23 de enero de 2011

Citas o retales... creaciones en puzzle

De ayer. En un comentario al blog de India Ning, incluí una frase de la que luego se rió mi mujer, así que la rescato para esto, porque no tiro nada (ni las notas de primaria con sus comentarios eternos de "debe trabajar más"). Preguntaba India Ning en qué situación matarías a alguien. Yo contesté a quién: "me mataría a mí mismo, y sería el crimen perfecto, porque no me pillarían".
: )
Lo sé, es una chorrada muy grande, pero... (ella se rió...es mi excusa)
No sé en qué película ví que fabricaban colchas inmensas con retales pequeños. ¿Se podrá hacer lo mismo con novelas?
A veces pienso que tengo muchas piezas sueltas de un puzzle grande, y que sólo es cuestión de recolectarlas pacientemente, y algún día saldrá el puñetero globo aerostático de colores que siempre sale en los puzzles, y tendré mi magna obra, colcha.
A veces que la luz de los escritores es de neón, blanca y descarnada como de hospital, y muestra cadáveres para su inspección forense. Otras que es amarilla como de fuego de chimenea y arroja cálidas verdades fluyendo entre sombras de la noche, como íntimas confidencias. Otra es una Phillips de 40 watios que alumbra suficientemente, pero poco, y apenas te separas dos pasos del libro-flexo ya no ves nada de lo que te revelaba.
Yo tengo luz estroboscópica o bombilla a punto de fallar que parpadea, que ilumina un detalle suelto, sin sentido, que ¡para qué me servirá, digo yo, saber de pronto que en un planeta lejano la especie de los Gul-l-d comienza su día con un aseo personal consistente en pelarse como una cebolla, que durante la noche se les endurece su capa externa y les convierte en seres duros lo que les protege del ataque de los insectos, pero les impide relacionarse con sus semejantes porque cubre igualmente su fragancia dulzona, que es su equivalente a palabras y discursos...
Pa ná.

Y aquí otro ejemplo de un retal bobo, que en mis crímenes son más los cabos sueltos que los tejidos, y hasta no puedo afirmar a ciencia cierta que haya conseguido asesinar a quien pretendía o si lo pretendía en absoluto...

Y leyendo hace tiempo a Teodoro, comparaba su mente con una pantalla blanca de cine que a ratos no proyecta nada y que entonces sufría pensando en que no iba a poder contar ni crear (puedo constatar que eso no le debe ocurrir a menudo, que he visto ya muchas películas de la Twentieth Century Theodoro y son todas entretenidas y merecen el precio de la entrada). Y yo pensé también en algún momento sobre blanco en blanco, y la Nada. Y esto hice que no está, como no podía ser de otra forma, terminado.

UN DIOS
La necesidad de crear se hace imperiosa después de mirar el vacío durante un tiempo. Nada existirá hasta que no se ponga en ello. Y cuando uno está rodeado por nada, acaba por sentirse como nada, a pesar de saber que uno es.
Luego empieza la duda, ¿qué será? ¿qué podría hacer? ¡Podría hacer tantas cosas!: todo, el Universo entero. Saber que puede lo convierte si cabe en más difícil, porque entonces hay que elegir. Y tienes una responsabilidad con lo que creas, porque eres tú el que se crea, al crear, tú el que te defines a través de tus obras.
En su mente hay cabida para todo que coexiste en su interior como realidades cuánticas. Ahora se trata de hablar y el verbo se hará carne.
Pinta primero el fondo negro aunque sólo sea para tapar el blanco del vacío. El espacio es la primera capa de pintura sobre la que colocará las cosas, un preparado. Luego sigue con las estrellas, los planetas, los cometas, las nubes… Ha fabricado tantos que lo hace todo rápido, con impaciencia. El Universo está lleno de misterios que son descuidos del que lo crea, temas irresolutos sobre los que ya ni promete volver cuando tenga tiempo. Quizá alguien lo vea, cuando haya alguien, aunque no cree que lleguen tan lejos, y buscará explicaciones sin descanso a esas incoherencias, esos agujeros en la fábrica del tiempo y del espacio.
Acaba de hacerlo todo y sigue sintiendo que todavía no ha hecho nada. No deja de ser un abstracto sin corazón, sin su corazón. Él tiene sentimientos, es sentimientos, o la necesidad de sentimientos. La ciencia, la lógica, las matemáticas son armazones, piezas de construcción, perfectas para su función, pero no le llenan, no dejan de ser respuestas automáticas. Necesita poesía, sorpresa, romanticismo. Pero la libertad de pensamiento requerida para conseguirla es como un pez escurridizo. Es demasiado consciente de sí mismo, de la necesidad, de la duda, de la responsabilidad…
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Y esta tarde, cuando vuelva de una barbacoa a la que me han invitado (¡planazo!) contestaré a todos, que me acompañáis por esta travesía del desierto. Sin agua y sin comida, pido últi para servir de cena.

3 comentarios:

  1. Retales, pedazos, trozos, cachos, sólo precisas encontrar el hilo conductor, la argamasa que los convierta en un todo.

    Disfruta de la barbacoa ;)

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  2. Pues realmente no creas que no sería divertido crear una novela a partir de retales de otras. Sería como el juego ese de las frases en que uno escribe una sin ver la que escribe el anterior y luego se leen todas seguidas y suenan unas cosas que jamás habrías imaginado.

    Si yo fuera Dios y hubiera podido empezar a crear, no hubiera sabido por dónde ni cómo empezar. Ya me cuesta decidir qué hacer estando en el paro, imagínate.

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  3. Sin los retales, sin las piezas no se puede empezar... así que si los tienes ¡es estupendo! puedes continuar ;)
    ... A ver si vamos a tener que seguir poniendo en tus notas que puedes hacer más!
    Besos abisales

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