25 de enero de 2011

Packaging. Etiquetas.

"- Mamá, mira: ese señor está desnudo!
- Niño, no mires -contesta la madre entre dientes, y en voz aún más baja, con urgencia e irritación: - ¡Y deja ya de señalarle con el dedo!"

Bueno, el otro día contaba siete secretos en una entrada, y todos los que comentasteis coincidisteis en señalar como destacable mi falta de pudor o recato al mostrar las partes pudendas. Aunque podía haber sido peor...

"- Mamá, mira: ese señor ha hecho caca y ahora lleva su caca en la mano.
- Niño, no mires -contesta la madre entre dientes, y en voz aún más baja, con urgencia e irritación: - ¡Y deja ya de señalarle con el dedo!"
(Las madres tienden a repetirse, como todo hijo descubre con el tiempo... Insistir en pocos mensajes y no pretender abarcarlo todo en un discurso es la base de una buena comunicación corporativa. También de la educación, ...y no lo digo yo, sino Unamuno, que era un señor catedrático: "pedagogía es repetición")

O un mix:
"- Mamá, mira: ese señor está desnudo, ha hecho caca y se ha embadurnado con ella todo el cuerpo.
- Niño,... " (y ya sabéis que sigue. Probablemente lo mismo que diría si su hijo le informara de que acababa de ver al primero de un comando invasor alienígena. Mundo conquistado o no, mensaje de madre no hay más que uno. Bueno, dos: "y métete la camisa").


Las miserias nos etiquetan tanto o más que las virtudes.

Tal vez porque se ven más.
Estamos programados genéticamente para verlas incluso cuando adoptan la forma de pequeña paja en el ojo ajeno... ¡y mira que debe ser molesto llevar una paja en el ojo! (Las vigas, por el contrario, son materiales de construcción. Que por eso el lobo se pudo comer al cerdito que construyó la casa con paja... que si la hubiera hecho de vigas de acero forjado, la historia sería distinta... más corta, o más larga si incluía los sucesivos soplidos que podía dar el lobo hasta derribar una casa semejante. "FFF!... no... FFF!... no... FFF!... no... FFF!... no..." etc)

O es que las miserias son más numerosas, como ocurre con los verdaderos bodrios, que siempre hay más fuentes y suministradores en emule para ellos que para las grandes obras de arte (haced la prueba: Viajes de Gulliver vs Viajes de Sullivan).

Y la gente necesita reconocernos, identificarnos, casi tanto como necesitamos hacerlo nosotros mismos. Y por eso lo primero que hacemos por la mañana es mirarnos en el espejo. Quiero ver mi cara, a pesar de saber que no habrá mejorado mágicamente por la noche (imagínate que fuera otra! qué su'to!). Necesito ver sus vigas, el conocido andamiaje, para saber que soy yo.








Las miserias nos dan su nombre, nos sirven de etiqueta. What's in a name, decía Julieta. Y Romeo, su Romeo, podía haber contestado: "pues todo, ssshata, porque si no fuera porque sé tu nombre a ver cómo te llamaba para que salieras al balcón..." Me da que si me hubiera puesto a gritar '¡la maciza, que salga la maciza!' no habría tenido gran éxito....

Sin ella seríamos como coca-cola sin el papelito de color aluminio. Compras un pack-ahorro de botellas de dos litros que tiene un asa de plastiquillo pegado con celo. Cuando quitas el celo y la banda de la promoción, te sueles llevar la etiqueta de siempre con ella.



















Y, qué lastima, entonces! ¡Pobre, qué desnuica está! Ni parece coca, siquiera. Podría ser cualquier cosa. Incluso Pepsi (dios no lo quiera!)


P.D. Pilar me dió un premio, al darme la oportunidad de revelar mi yo más profundo. Que no era, como creía ella, con todo su buen corazón, el de blog guay. Era la oportunidad de ser, (y mostrar mi caquita).
"Mamá. Es el tío Rafa!"
"RAFA!... De verdad, Rafa, que qué diría mamá si te viera cómo vas!"
"¿Que me metiera la camisa?"

10 comentarios:

  1. Y yo pensando que la madre y el niño asistían pasmados a una perfomance de Leo Bassi.... eso me pasa por etiquetar. ;)

    Un besito grande y etiquetado.

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  2. FFF!... no... FFF!... no... FFF!... no... FFF!... no..., ¡jajajajaj!

    Qué gracioso has estado en esta entrada. Yo te podría una etiqueta que dijera chisposo como la coca-cola. Aunque de hecho, creo que nos ponemos más etiquetas nosotros mismos que los demás.

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  3. Me gustó tu originalidad.
    Besos y susurros dulces

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  4. Las miserias nos etiquetan tanto o más que las virtudes.
    Tal vez porque se ven más
    ... y son más numerosas, sí...

    Así que el señor desnudo eras tú... jajaja...

    Un abrazo.

    Buena entrada, Rafa.

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  5. Es que suele haber más miserias que virtudes.
    Quizás sea por eso que nos etiquetan más.

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  6. Las miserias privadas se transforman en públicas virtudes, y si no que se lo pregunten a la clase política u líderes religiosos.
    Que hablen de uno, aunque sea para bien Kisses

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  7. Algunas personas se diferencian de otras en que algunos callan sus miserias mientras otros...las cuentan.
    Me leeré el email

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  8. Demasiadas miserias..uffff.Por cierto las 7 primeras son reales,je,je,je.
    Besooooooooooooooooooooooooo

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  9. ¡Vaya por Dios!,... a mi me gusta más la Pepsi.

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  10. Oye, qué razón tienes, hay que ver la fatiguita que da ver a la pobre botella en pelota picada, tan desvalida. Cuando hasta las botellas de CocaCola demuestran tener miserias, pongamos las nuestras a remojar. O no era así(n)....

    Un abrazo :-)

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