21 de abril de 2015

El ensayo español en el siglo XVIII: probando a cambiar

una vez más, otro trabajo mío para el que quiera saber (o no saber y copiar)...

PROBANDO A CAMBIAR:
el ensayo español en el XVIII
un trabajo de rafarrojas
No conozco a la mitad de ustedes, ni la mitad de lo que querría y lo que yo querría es menos de la mitad de lo que la mitad de ustedes merece.” (Bilbo Bolsón, “El Señor de los Anillos”, J.R.R. Tolkien)

NOTA PREVIA
Pensaba ahora: el escritor siempre tiene una idea en la cabeza que es lo que quiere compartir. Tal vez la fabule, porque esté en su carácter perderse por los cerros de Úbeda al contar algo, y es entonces bajo (o entre) la historia escrita donde hay que buscar ese tejido original de realidad oculta – verdad propia.
O será timidez lo que le impide mostrarse directamente sino bajo disfraces de relato.
O lo hará así porque piense que tendrá más fortuna en colocar tal idea si la ofrece envuelta-bañada en exterior de narración y escapismo y entretenimiento, como si novela y cuento no fueran al cabo sino el ejercicio de publicidad o marketing de un producto-idea mucho más básica, previa a adornos y añadidos.
O acaso, también, sentirá cariño y orgullo de padre por sus ficciones,... pero la ficción, como el hijo nace del padre, nace de su realidad y de su experiencia (“¿hasta qué punto su último trabajo es autobiográfico?” suelen preguntarle a los autores de éxito) y la manzana (de Newton) nunca cae demasiado lejos del mismo árbol.
Ahora supongamos un tiempo en que al escritor se le invitaba a hablar de la realidad sin más, a decir directamente lo que pensaba sin tener que preocuparse de darle un envoltorio de historia. Nadie espera literatura de unas instrucciones de manejo de una lavadora, sólo que sean útiles y claras y vayan al asunto que importa.
Lo que es más, un tiempo en que se valorara especialmente la capacidad, no de inventar sobre lo real, sino de transmitir directamente, periodísticamente, el qué, quién, cuándo, dónde y por qué, ser informativo, didáctico, ... ilustrativo.
¿Y si ese tiempo era el XVIII, la Ilustración? ¿Y si no sólo se permitía al escritor no usar filtros de imaginaciones sino que se le animara a escupir directamente el meollo de su preocupación?... Ciento y uno escribirían ensayos y cartas y reflexiones... (q.e.d.)
¡Bienvenido al XVIII!

¡Ah, sí! ¡sé muy poquito! tan poco...
Así que las posibilidades de equivocarme al opinar son inmensas (“¿culo o codo?” dijo aquel mostrando en una foto, ventana reducida de un cuerpo humano, algo que podría ser tanto una cosa como la otra).
A cambio, si algo me han enseñado estos hombres (y mujer) tan listos (lista) es a confiar en el sentido común, en la capacidad de la razón para descubrir aunque sea en parte la verdad.
Porque si algo caracteriza a los ensayistas del XVIII es su

OSADÍA
No le temían a pensar y se atrevían con cualquier cosa: economía, medicina, historia, política, biología, antropología, geografía, botánica, filosofía.... “hacer una buena carta o mapa, sin omitir lo que pudiera ilustrar la geografía física, la historia natural de las aves y cuadrúpedos, y finalmente lo que pudiera conducir al perfecto conocimiento del país y sus habitantes”...(1)

Saltamos con movimiento pendular hegeliano desde los paseantes filósofos griegos de la Antigüedad tan celebrada, que discurrían sobre cualquier asunto sobre el que posaran el ojo (el tercero interior también), a aquel Hombre del Renacimiento, MacGyver de gorguera, jubón y calzas; y, de ahí, un nuevo bote hasta estos Enciclopedistas de enorme erudición que lo mismo elucubran sobre un roto que sobre un descosido.

¿Hay algo con lo que no se atrevan? Si se atreven como Feijoo incluso a explicar “El no sé qué”!(2)

Y eso porque cuentan, como ya decía, con lo que ahora creen Armas Definitivas y Poderosísimas. Son creyentes fundamentalistas de una nueva Fe en la que solo hay dos dioses: la experiencia y la razón.(3)
Decía Cadalso en su Carta 52 “apenas puedo llamar hombres a los que no cultivan su razón(4) y Félix de Azara comentaba “Yo, que he procurado investigar las cosas originalmente...

Y, allá salen!, nuestro quijotes con su adarga de experiencia (libresca, en el caso de Feijoo: “habiendo, en el largo discurso de mi vida leído libros de todas clases [...], apenas pasé los ojos por alguno, a cuya lectura no debiese algo de instrucción apreciable en una materia, u otra.” Carta XVIII (5)) y su rocín de sentido común a desfacer entuertos por ahí.(6)

Lo importante no es tanto que tengan éxito, sino que es su intención. Desde un punto de vista volitivo SON científicos, admiradores de Newton, Copérnico, la filosofía natural, las artes manuales, la ingeniería civil (aunque aquí cabe introducir como salvedad ese cierto desdén que manifestaba Cadalso por los “proyectistas”, que el papel lo aguanta todo, parecía decir). Y tienen un candor y una honestidad que les honra, están dispuestos a reconocer (en ocasiones) sus limitaciones (“Sería a mi ver muy del caso repetir mis observaciones en distintos parajes y provincias por sujetos de mayor instrucción que la mía”- Azara. “Yo confesaré que la Filosofía discurre por los fenómenos naturales, e inquiere sus causas inmediatas; pero palpando siempre sombras, tropezando en ignorancias, y duda” – Feijoo) y se mueven sobre todo por un espíritu muy loable de servicio, de ser útiles a los demás, al bien común (como en esa República de Platón).

Lo que tiene dejar suelto el pensamiento individual en el análisis y el debate, es que los molinos o gigantes son lo que se ha dicho, escrito o pensado antes. Y hay una parte importante en los ensayos de refutación y enmienda, que no siempre es absolutamente mesurada o tranquila:
Félix de Azara (Paraguay):
-“ no están bien situados los ríos Uruguay y Paraná de Corpus para el norte
- “escritores ignorantes y maliciosos que, por sus fines particulares, tratan ...”
- “Se tiene en Europa ideas falsas de los caciques
- “También se dijo que extraían grandes sumas del comercio y manufacturas, lo que tampoco es creíble
Joséfa Amar y Borbón (Defensa de las mugeres):
- “¿Cómo es posible que se oygan nuevas impugnaciones sobre esta verdad? Pues ello es cierto, que se oyen, y que son de tal naturaleza, que no debemos desentendernos de ellas, porque acreditan, que no está aun decidida la questión.”
Feijoo:
- “Algún embustero inventó esa patraña: otros le siguieron, y la esparcieron”, Carta XX (Vampiros).
- “Encuéntranse, un Profesor nuestro con un Extranjero bastantemente instruido en las materias físicas. [...]¡Qué vergüenza para el nuestro, que haya de enmudecer, porque enteramente la ignora, y aun tal vez, ni aun sabe el significado de las voces, en que le habla el Extranjero!” Carta XXI(7)
- “Una pluma destinada a impugnar errores comunes, nunca se empleará más bien, que cuando la persuasión vulgar que va a destruir, es perjudicial e injuriosa a alguna República
Cadalso:
- “los pueblos que tanto vocean la crueldad de los españoles en América son precisamente los mismos que van a las costas de África a comprar animales racionales de ambos sexos”, Carta IX

Pero estos primeros ensayistas que se definen ciudadanos de esa República de las Letras... sólo incluyen en ésta a ellos mismos. No el “vulgo”, no la “plebe”. En sus opiniones se muestran “censitarios”, al estilo de lo que luego defenderán Wilfredo Pareto o Gaetano Mosca en el terreno político: “El valor de las opiniones se ha de computar por el peso, no por el número de las almas” Feijoo, Discurso Primero de su TCU. “...(es) noble, cualidad que basta para que le admitáis (!)” y “si se redujese siquiera su ambición de ennoblecerse al deseo de descansar y vivir felices, tendría alguna excusa moral este defecto político” Cadalso, Cartas XI y XXIV respectivamente.
Estos en su mayoría “niños-bien”, gente de posibles, no se daban cuenta de que habían abierto la veda, la caja de Pandora de la libertad de opinión. Que luego pasa lo que pasa, lo que decía Kant con aquel “extraño e inesperado curso de las cosas humanas”: “el hecho repercute poco a poco en el sentir del pueblo (con lo cual éste se va haciendo cada vez más capaz de la libertad de obrar)(8) .

Eso explica en parte, creo yo, que vivieran tiempos de deslizamiento:
- En economía, de los mercantilistas de Thomas Mun y Colbert, como Félix de Azara (“No falta más que hallar los medios de introducir entre ellos el lujo y el conocimiento de las comodidades, para que se dediquen más a los trabajos”, verdadero pensamiento capitalista para reducir a los “bárbaros” que se sitúan fuera del sistema), a los fisiócratas de Smith, Quesnay o Turgot (“difundir los conocimientos de que pende la perfección de todas las artes útiles y particularmente de la agricultura, la primera y más importante de todas” decía Jovellanos en su Informe sobre la Ley Agraria, y en su carta III Cadalso afirma que “el amparo de la agricultura, y otras operaciones semejantes, formaron esta monarquía” y también “Los campos se cultivan, la población se aumenta, los caudales crecen” carta XXVI) hasta llegar al liberalismo del laissez-faire (tantas cosas se dejan pasar que se llega a ese capitalismo salvaje que tantos problemas dió a los siglos siguientes).
- En materia de creencias, deísmo, escepticismo, ateísmo y materialismo. Aunque en esto no somos nosotros, los de la muy católica nación de España, como esos descreídos de Francia (adios, mi admirado Voltaire), y nuestros autores trazan esa línea que no debe cruzarse, especialmente Feijoo, el benedictino. “únicamente, y no en otro alguno, tiene verdad la máxima de que la voz del pueblo es voz de Dios. El primero es, tomando por voz del pueblo el unánime consentimiento de todo el pueblo de Dios: esto es, de la Iglesia universal; la cual es cierto no puede errar en las materias de Fe, no por imposibilidad antecedente” Discurso I. Y luego en el XIII, “el Escepticismo [...] el error más desatinado, y el modo de filosofar más cuerdo, (porque) dudar de muchas cosas es prudencia, dudar de todas es locura”. Por su parte, Cadalso a través de su personaje Nuño explica: “Adoro la esencia de mi Criador; [...]. Su magnificencia, [...] llenan mi alma de reverencia para adorarle, no mi pluma de orgullo para quererle penetrar.” -Carta VIII. Y en la XXIII añade: “en aquellas cosas humanas en que no cabe la demostración es inútil tan porfiada controversia
- En política, se pasará del absolutismo del XVII al despotismo (“todo para el pueblo, pero sin el pueblo”) hasta alcanzar al parlamentarismo inglés (“el rey reina, pero no gobierna”) y finalmente a las cabezas gillotinadas. De nuevo, no así los españoles, que llevaremos nuestra devoción monárquica a readmitir al hombre más mezquino, cutre, egoísta, traicionero y vil que vió la Historia, ese Fernando cuya silla de manos quería ser llevada por tantos (a falta de caballos, buenos son asnos).

HACIA EL OTRO
Nos movemos...¿o derivamos?. Y son “viajes útiles”, como los que pretendía Azara o como los que hacía el Gazel de Cadalso, maurófilo, ... ¿o inevitables?
En una época de mejora progresiva de las comunicaciones, de periódicos y buenas carreteras (Watt inventa por aquellos días la máquina de vapor, pero no habrá trenes hasta el siglo que viene), de pronto parece que miramos más hacia el exterior, hacia lo que está más allá.
Hacia “el Otro”, que ¿quién es?: La mujer, los habitantes de las colonias, los esclavos.

- Literatura de género:
De pronto, el papel de la mujer pasa a despertar el interés de los autores.
Se ocupa de ellas, la que aspira a ocupar y mantener la plaza en esas sociedades de amigos, la sra. Amar, feminista antecesora de todas las feministas, que defiende la instrucción para su sexo “No contentos los hombres con haberse reservado, los empleos, las honras, las utilidades, en una palabra, todo lo que pueden animar su aplicación y desvelo, han despojado a las mugeres hasta de la complacencia que resulta de tener un entendimiento ilustrado.” y reconoce (y condena implícitamente) su particular “techo de cristal”: “La ventaja que llevan los hombres [...] de ser Juez a Abogado: nuestra sentencia está en sus manos, si se decide, que seamos admitidas a sus conferencias, dirán siempre que nos hicieron esta gracia, si nos niegan la entrada, ya se ve quanta superioridad encierra este procedimiento, pero no por eso hemos de desmayar, mientras no esté concluido el pleito.”
Revisa igualmente su situación Cadalso, al que nadie podría acusar jamás de feminista: “la mujer por sí sola es una criatura dócil y flexible [...]:veo que es un fiel traslado del hombre con quien vive.[...] un solo hombre, igual a ella hasta en las accidentales circunstancias de lo que llaman nacimiento; por todo había de ser y continuar siendo buena”. Pero siendo en esta materia de lo más tradicional, de “mujer cerrada”, señala que en los cambios de orden, en ese contrato de androcentrismo de sus antepasados, se ha perdido la contraprestación debida a la mujer por limpiar, cuidar, etc. “Éramos entonces como los dioses Penates que los gentiles guardaban encerrados dentro de sus casas, pero con suma veneración; ahora somos como el dios Término, que no se guardaba con puertas ni cerrojos, pero quedaba expuesto a la irreverencia de los hombres, y aun de los brutos”. Carta X. Ligereza de cascos, superficialidad y coquetería de ellas y oportunismo sexual de ellos, con más mujeres “prisioneras” que en el serrallo de un emperador persa.
Feijoo les dedica su Discurso XVI del TCU, y con un tono que recuerda al paternal párroco en la homilia, pero una erudición realmente asombrosa (9), reconviene a sus feligreses del género masculino y les afea por su comportamiento, cuando esta claro que “de prudencia política sobran ejemplos en mil Princesas por extremo hábiles”. Habla de la lucha de sexos, y de la injusticia de los hombres y su ignorancia, y les rebate el lugar en que han colocado a la mujer utilizando la más clásica estructura dialéctica (10). Achaca a los propios hombres el origen de los malos comportamientos de las mujeres (i.e., sus infidelidades).

- Nuestros primos, los americanos (y contra la leyenda negra):
Otro objetivo de la revisión y de un nuevo interés son los habitantes de las colonias(11). E íntimamente ligado a ello, el desmentido de esa leyenda negra que nos pinta a los peninsulares como monstruos crueles, genocidas.
Ya mencioné a Cadalso diciendo que los que nos tachan son los mismos anglos esclavistas.
Azara hace cuentas y no le sale el genocidio: “su número total no ha disminuido. ¡Qué nación europea de las que han pisado la América podrá decir que conserva los mismos y más indios que halló en ella! Favorece este cálculo el que muchos indios han pasado a ser españoles y otros están confundidos con las castas mestizas” (...y eso aunque siga manteniendo prejuicios, como aquel que le lleva hablar de “bruto hediondo como todos”, refiriéndose a un indio).
Feijoo en su Discurso VI se dedica a limpiar de bulos el conocimiento que tenemos de nuestros primos, como esa “opinión tan injuriosa”: “reine la opinión de que en éstos se anticipa la decrepitez a la edad decrépita” y que “no menos es falso que en ellos amanezca más temprano que en los Europeos el discurso”. A la primera, sobre todo, mediante el uso de ejemplos de personas reales y conocidas: viejos pero sabios. A la segunda, “que este adelantamiento se debe únicamente al mayor cuidado que hay en su instrucción, y mayor trabajo a que los obligan”.

Pero una vez más hay más de una consecuencia a ese reconocimiento del Otro, se alcanza inadvertidamente un punto de no retorno.
Y los diputados de La Pepa que animaron a la creación de Juntas en el otro lado del mar, debían saber que estaban dando su bendición de hecho a la libertad (puesto que la reclamaban para ellos mismos), que sus socios, sus aliados de ultramar, ya nunca más después formarían parte de España y que aunque todavía se hable de los reyes que vinieron como de las Españas, serán si acaso sólo de “la España y dos décimas”.

Dejo, por no alargarme aquí más, el otro gran tema pendiente, el verdadero elefante en la habitación, el tema del patriotismo y el desarrollo de España (cuando analizado ese Otro y nuestras relaciones con ellos/ellas, acabamos en movimiento de retorno por volver la vista a nuestro propio ombligo). Será para cuando hable de las Cartas Marruecas de Cadalso, en el trabajo siguiente.
(Continuará...)

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Notas al pie:

[1] “Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata”. Felix de Azara- Prólogo. Madrid: Alianza Editorial, 1990.
[2] En el extremo negativo de este ansia de conocimiento, una vez más, los rolleras, contra los que nos precave Cadalso “puede alucinar a los que no saben lo arduo que es poseer una ciencia, lo difícil que es entender varias a un tiempo, lo imposible que es abrazarlas todas, y lo ridículo que es tratarlas con magisterio, satisfacción propia, y deseo de ser tenido por sabio universal”.
[3] Es lo que contaba Feijoo de “así yo, [...], escucharé siempre con preferencia a toda autoridad privada lo que me dictaren la experiencia y la razón”, resonando en aquella zaragozana de poco agraciado rostro pero mejor dialéctica “cosas que qualquiera que tenga ojos, y una mediana razón, sabrá entenderlas” "Discurso en defensa del talento de las mugeres,...." Josefa Amar y Borbón. “No faltan luces bien claras para desengañar a los hombres de mil envejecidos errores: sólo falta reflexión para usar de ellas”. Feijoo. Discurso Sexto. Españoles americanos.
[4] “¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! : he aquí el lema de la ilustración”. No lo digo yo, que lo decía Kant en 1784... 20 años después de la muerte de Feijoo.
[5] “Impúgnase un temerario, que a la cuestión propuesta por la Academia de Dijón, con premio al que la resolviese con más acierto, si la ciencia conduce, o se opone a la práctica de la virtud; en una Disertación pretendió probar ser más favorable a la virtud la ignorancia que la ciencia”.
[6] Cadalso se veía hijo de Cervantes “Desde que Miguel de Cervantes compuso la inmortal novela en que criticó con tanto acierto algunas viciosas costumbres...” dice en la Introducción de sus C.M. y lo cita mil veces luego como toca a un vástago amante, hasta en esa referencia al Licenciado Vidriera “cuento del loco que se figuraba ser tan quebradizo como el vidrio” – Carta XXXII
[7] “Progresos del Sistema Filosófico de Newton, en que es incluido el Astronómico de Copérnico”. [8] Op.cit. Y me llama la atención que Feijoo viera el efecto, pero no se viera a sí mismo como causa: “Los que dan tanta autoridad a la voz común, no preveen una peligrosa consecuencia, que está muy vecina a su dictamen”. (Voz del Pueblo)
[9] Hasta el punto que me pregunto si no fabularía un tanto el insigne gallego –que lo es, por más que se empeñen los asturianos-, al estilo de su paisano Cunqueiro, que maneja mil y una fuentes y habla de todos los tiempos y lugares con igual familiaridad... hasta del Dalai Lama!
[10] Así opina el catedrático de Oviedo, Gustavo Bueno, en su trabajo “Sobre el concepto de ensayo”: “muy próxima a la quaestio escolástica, sin contener explícitamente esta organización, antes bien ocultándola cuidadosamente” publicado en los Cuadernos de la Cátedra de Feijoo.
[11] “Cosa vergonzosa es para nuestra Nación, que no sean conocidos en ella aquellos hijos suyos que por sus esclarecidas prendas son celebrados en otras”, dice Feijoo.

rafarrojas

20 de abril de 2015

UN POEMA DE VILLARROEL y, ¡para poetas malditos, los del XVIII!

nota previa - otro trabajo que fue de literatura, que dejo aquí por si sirve o interesa, o por si algún alumno futuro se quiere evitar romper la cabeza, gentileza de vuestro amigo y vecino de blog

UN POEMA DE VILLARROEL
(y ¡para “poetas malditos” los del XVIII!)
otro trabajo de rafarrojas
Introducción
“Es preciso ocultarlas (las poesías) porque son versos. Vivimos en un siglo en que la poesía está en descrédito, y en que se cree que el hacer versos es una ocupación miserable. No faltan entre nosotros quienes conozcan el mérito de la buena poesía, pero son muy pocos los que saben, y menos los que se atreven a premiarla y distinguirla.”.
Carta de G.M. de Jovellanos a su hermano, Francisco de Paula, dedicándole sus poesías, hacia 1779 o principios de 1780.

Complicada tarea esta de hablar de la poesía del XVIII, y especialmente de la neoclásica y la rococó. Ha sido denostada tantas veces (y desde tan altas cátedras) que se ha convertido casi en lugar común hablar de esa época como de una época lamentable y prescindible desde el punto de vista de la lírica, y siendo éste género literario, para muchos, el único o el primordial en literatura, mascarón de proa de las letras todas, se concluye a continuación con facilidad que este tiempo es pobre y triste.
Igual cuando en ocasiones se quiere pintar el retrato de un poetastro que se limita a apilar supuestas lindezas sin alma, como si bastara con acumular palabras (adjetivos, sobre todo) de pretendido refinamiento (¿extrañamiento?), referencias mitológicas copiadas de los clásicos griegos y romanos, y protestas de fingidas emociones, para crear belleza, se habla de los neoclásicos. ("¿Quién calará su atroz galimatías?” podríamos decir como lo hacía Jovellanos aunque él se refiriera a aquel noble afrancesado y degenerado (1). Y (2).

NO ES JUSTO.

Es cierto, sí, y ya lo dije en mi anterior trabajo, que este siglo apasionante que dió luz a pensadores de gran talento fue caldo de cultivo también desgraciadamente de esos abortos de inteligencia que son los rolleras. Pero ripios han existido siempre, como malas hierbas en tierra rica.
No es justo, tampoco, porque no hay creación que no sea primero hija y luego madre de otra, sino que todo es linea continua, camino constante incluso en sus saltos (de ahí esa forma de conversación a distancia –en el tiempo- que mantienen Villaroel o Cadalso con sus antecesores, “Letrillas satíricas imitando el estilo de Góngora y Quevedo”).

Y tres cosas anticiparon, creo yo, los del siglo, y fueron en ese sentido rompedores y modernos como los fueron en otros terrenos, más propios, de filosofía y política.
Me refiero a esa simplificación en el verbo, por un lado, que superaba ese oscurantismo inevitable de un decadente barroco (3), que anticipa la desnudez de un Alberti, como cuando Melendez Valdés habla con erotismo sutil de besos ardientes en labios y placeres de alcoba (“y yo por alentarla / corro con mano inquieta / de su nevado vientre /las partes más secretas” Oda III de “Los besos de Amor”)
En segundo lugar, una cierta prosificación (aunque a Luzán no le parecía propio de lírica) en ocasiones que anticipa la libertad del verso, verso libre, que tan bien desarrollaron los modernistas. Y la tercera, esa poesía didáctica, utilitaria-ilustrada, que recuerda la que luego harán Unamuno o Machado, tan preocupados por España como lo estuviera el bueno de Jovellanos (“Déjame, Arnesto, déjame que llore / los fieros males de mi patria, [...]” en su “Sátira contra las malas costumbres de las mujeres nobles”).

Otra cuestión es que te guste la anacreóntica tipo Melendez Valdés (a unos les gustan los Beatles, a otros los Rolling y otros más se decantan por Pink Floyd), que te digan algo sus Dorilas (la Dorisa de Porcel y Salablanca) o sus Filis (que entre Filis y Sífilis solo mediaba entonces el verdadero contacto, o dicho de otra forma, la sinceridad, podría haber dicho en su larguísimo “Arte de Putas”, Moratín, que a cambio decía “y el contagio venéreo se destierra /de las ardientes ingles [...]”Parte I –v. 137 y siguiente ). “En medio de la inclinación que tengo a la poesía, siempre he mirado la parte lírica de ella como poco digna de un hombre serio, especialmente cuando no tiene más objeto que el amor”. decía en esa carta ya citada Jovellanos a su hermano.

Mis dos poetas favoritos, supongo, son aquellos que curiosamente son puente entre épocas, que algunos llaman postbarrocos y otros prerrománticos, y creo que unos y otros aciertan y se equivocan al mismo tiempo porque son ambas cosas y, en todo caso, poetas, con todas las de la ley. Me refiero a Cadalso y Villaroel. ¿Cuál elijo? Y de lo que hicieron, ¿con qué poema quedarme?.
Pero Villaroel será, porque es mal interpretado con frecuencia como lo fue toda la poesía del XVIII “ando entre las gentes hecho un mamarracho,cubierto con el sayo que se les antoja y con los parches e hisopadas de sus negras noticias”. Y aunque me he acordado mucho de aquel de Villaroel que “Dice que la mucha leccion de libros suele ser dañosa”, porque me recuerda mi propia situación comprometida:
[...]Buscaba en los Doctores mi rudeza,
de cierta duda la mejor salida
y halló mil opiniones sin medida
pues uno el sí y el otro el no me reza.
Más necio vengo a ser, más imprudente
la razón natural está más ruda
pues ya por si no asiente ni consiente.
Antes puedo opinar, ya quedo en muda
¿quién dirá la verdad? Dios solamente.
¿Y yo que haré? Morirme con la duda.”
Aunque me he acordado de esto, decía, he elegido finalmente aquella que también le gusta a mi futura profesora Marieta Cantos (4), aquel soneto

CUENTA LOS PASOS DE LA VIDA
De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrado.
De la estrechez obscura libertado
salgo informe terrón no conocido,
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel oscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?
Características formales: Soneto, versos endecasílabos, cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos, sucesivamente, con rimas independientes. consonante, con dos rimas, ABBA ABBA CDC DCD.
Tema e intertextos:
El tema en sí no es nuevo. Dolor ante la fugacidad de la vida (tempus fugit), la vida como prisión que acaba ineludiblemente en la muerte (memento mori)...
Decir que no es nuevo implica que está dentro de una gran tradición, y por ello es fácil establecer paralelismos constantes con otros textos previos. (5), y se pueden descubrir intertextos casi en cada verso:
- De Calderón, aquel monólogo de Segismundo en La Vida es Sueño: “Ay mísero de mí, ay infelice! Apurar, cielos, pretendo, qué delito cometí...”, relacionado al “del ser al morir soy prisionero”.
- De Quevedo “Fue sueño ayer, mañana será tierra.” que encuentra su contrapartida en “estoy no nacido y ya enterrado”, y aquel de “La vida empieza en lágrimas y caca” frente al verso de V. “de asquerosa materia fui formado”
- De Fray Luis en “Del mundo y su vanidad” “Tal es la desventura / de nuestra vida, y la miseria della, / que es próspera ventura / nunca jamás tenella /con justo sobresalto de perdella”... y por supuesto “pues si juzgamos sabiamente daremos lo non venido por pasado” de las Coplas de Manrique. “sé que se ha de llegar el fin postrero.”

Por eso, también, la ausencia de determinados detalles es especialmente significativa. Por ejemplo, siendo el tono fatalista (6), oscuro (vocablo que, por cierto, es el único que se repite literalmente: en “estrechez obscura” y en “cárcel oscura”), tiene ese tono vitalista (tan propio del autor de “Vida...”) porque carga más las tintas en el hecho de perder la vida que en la barroca o medieval descripción morbosa de la muerte (7), reservando la escatología para la materia de la vida.

Y al usar los verbos en pasado y en presente (“fui formado”, “estoy”, “salgo”, “miro”, “me guía”), ¿no está acaso así negando el futuro que anticipa en su prolepsis? Es poesía intimista (en un registro de discurso subjetivo), hasta el punto en que no utiliza en ningún momento un “nosotros” o un “tú”, lo que implica una soledad aún mayor (prisionero, pero en aislamiento).

Los códigos simbólicos son en parte los del Cristianismo, y creo ver referencias directas al Pecado Original (en “condenado a morir sin ser nacido”).
Desde un punto de vista semántico y del análisis de las figuras estilísticas-retóricas, sus palabras clave dan el tono en una correlación diseminativa recolectiva: asqueroso- informe, melancólico-gemido, oscuro-estrechez, esfera-cárcel-prisionero, locura. Hay metonimia que relaciona el símbolo con la idea simbolizada “la esfera”, y también “vientre”-nacimiento, “mundo”-vida, “sepultura”-muerte.
Acaba con interrogatio, pregunta retórica, casi abruptamente, dejando al lector ante un final sólo aparentemente abierto, o compartiendo esa perplejidad del autor (ante esa locura que es la vida) y la conclusión de su tesis (“estamos vendidos”, diría ahora un contemporáneo).
rafarrojas
P.D. ¡Y que me cae bien este militar socarrón!  

Notas al pie:
1- Gaspar Melchor de Jovellanos, “Obras Completas. Tomo I. Obras literarias” p. 233. Edición del Centro de Estudios del siglo XVIII, Oviedo, 1984 (Edición crítica, introducción y notas de J. M. Caso González). 

2- Y Villaroel en sus Sonetos Jocosos, “Habla con el Jabardillo de Poetas” CXXXV “Parad, parad, ingenios mamarrachos,/ deteneos Poetas contrahechos, / si le debéis a Apolo sus derechos / no crucéis su montaña sin despachos” 

3- Sobre esto decía Luzán en su Poética: “con el vano, inútil aparato de agudezas y conceptos afectados, de metáforas extravagantes, de expresiones hinchadas y de términos cultos y nuevos, embelesaron el vulgo; y, aplaudidos de la ignorancia común, se usurparon la gloria debida a los buenos poetas” Ignacio de Luzán. “La poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies” Proemio, p. 7 

4- http://trasteoshipertextuales.blogspot.com.es/2014/02/cuenta-los-pasos-de-la-vida-soneto-de.html 

5- Y aquí cabría notar que si existe imitatio sería muy propio del siglo en que Luzán insistía en tal condición en su Poética 

 6- “Y el espanto seguro de estar mañana muerto”, cantaría luego Rubén en Lo Fatal, otro poema que me encanta. 

7- Aquel cadáver que olía, que estaba hinchado, lleno de gusanos en la Revelación de la “Danςa General de La Muerte”.

15 de abril de 2015

SOBRE ALGUNOS SAINETES DE JUAN (O DON JUAN IGNACIO), GADITANO DE PRO, un trabajo de rafarrojas

Otro trabajillo mío, que dejo aquí por si le sirve o interesa a alguien (a modo de rincón del vago particular)




SOBRE ALGUNOS SAINETES DE JUAN (O DON JUAN IGNACIO), GADITANO DE PRO.
 En frasco pequeño: perfume, veneno y microcosmos.
un trabajo de rafarrojas

Dos días antes de que empezara a escribir este trabajo murió Sir Terry Pratchett, el creador de la serie de Disworld. Que vendiera 85 millones de libros traducidos a 37 idiomas ayudó algo a conseguirle el título de Sir.

En su primer libro contaba la historia de un turista que llega al Mundo Disco, lugar donde reina la magia, desde una dimensión donde reina la ciencia, lo que da pie a toda suerte de parodias sobre la realidad (la nuestra, la de hoy). En su viaje, el personaje de inocencia virginal e inicial buen talante, se va topando con una gran variedad de tipos humanos (y no tan humanos), los habitantes de Discworld. Y, entre ellos, muchos que ven en el turista la oportunidad de hacer negocio, ladrones, aprovechados, listos y listillos. Ve a afanosos ciudadanos, a mercaderes y mercachifles, a guerreros y a sabios...
Me pregunto si Pratchett leyó a Juan Ignacio González del Castillo o qué habría dicho si hubiera leido su sainete “El Lugareño en Cádiz”.

Todos los sainetes en:
http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=162320

El objeto de la crítica y sus dimensiones
El Lugareño parece un simple chiste de catetos en la gran urbe (“qué generoso el hombre que me regala la calesa”, pensó el pánfilo)
De Paterna(1) , que hacia 1755 contaba con 120 vecinos/420 habitantes(2) , a Cádiz, que contaba más o menos sobre esas mismas fechas con 70.000 almas(3) . Un mundo de diferencia(4) .
Digo que parece chiste de catetos y, sí, probablemente, en parte lo es, y el retrato de los apuros y desventuras del paisano estaba pensado para sacar una rápida sonrisa autocomplaciente del público gaditano.
O quizá no. Quizá presenta al sano rústico, confiado-confiable, como oposición al maleado, banal, pretencioso urbanita. De hecho, si se miran estas escenas un poco de través, como aquellas imágenes en 3D que escondían tigres y faros y paisajes completos, es posible que el objeto de la burla o del chiste no sea el hombre de campo, sino el hombre de ciudad, como en aquel cuentecillo del Arcipreste de Hita sobre el mur de campo versus el mur de ciudad.

Es posible, y sigo especulando, que ocurra en esta ocasión como sucedía en “La Comedia Nueva o el café” de Moratín, y que junto al supuesto objeto de irrisión, acaso oculto en su sombra, esté el verdadero objeto de la crítica.
En la obrita de Moratín el aparente protagonista de lo ridículo era aquel criado plebeyo metido a escritor. Pero si se mira más profundamente, se podría ver que no es el hombre de baja condición la (única) diana y se presentan también al escrutinio de la audiencia tres tipos de la clase alta:
 - don Hermógenes, el que sólo usa el conocimiento para su propio beneficio – y cómo!, tal cual la definición que de ese tipo daba Cadalso, el amigo de Moratín:
Las ciencias no han de servir más que para lucir en los estrados, paseos, luneta de las comedias, tertulias, antesalas de poderosos, y cafés, y para ensoberbecernos, llenarnos de orgullo, hacernos intratables, e infundirnos un sumo desprecio para con todos los que no nos admiren. Este es su objeto, su naturaleza, su principio y su fin.
- don Antonio, que sabe y por tanto reconoce el error en que incurren los otros, pero no se compromete y se limita a disfrutar desde su espléndido aislamiento con las barbaridades ajenas. (¿Es eso correcto desde un punto de vista ético?, parece estar preguntando Moratín)
- don Pedro, el hombre de bien, grave pero esencialmente bondadoso, que predica con el ejemplo y es motor de cambio.

La crítica es arma de doble (o triple, o a saber cuánto) filo: ¡Cuidado con lo que corta!

Igualmente, don Juan Ignacio, el joven teatrero, también dice más de lo que pinta, y tras la risa y la sonrisa (muchas de las cuales supongo que se me escapan por no ser yo ni gadita ni hombre del dieciocho) hay perdigonadas escondidas: junto al salero (la gracia), la sal (que pica en la conciencia). Hay una gradación en ese espectro del humor, desde la sátira a la broma amable, y para mí que el joven creador las recorrió todas.

Y aun más, que los tipos que pinta, ¿son sólo como he dicho locales y temporales, o son universales y eternos?
Porque eso tiene este género menor, hijo del entremés, primo de la zarabanda, y antepasado de la zarzuela, un carácter de pura medicina homeopática (en una gota de agua están contenidas todas las propiedades del océano del que proviene), pequeño pero matón.
Y Cádiz, siendo en aquel entonces ya, una especie de embudo de las Españas por las que entraban y salían hombres y bienes, ya muestra ese punto de crisol, cajón de sastre, resumen de todo y de todos nosotros, entonces y ahora. (¿Quién se atreverá a negar su ascendencia y a decir que no, que no somos todos hijos de La Pepa? Pues la buena señora ya estaba cociéndose en ese barullo y mezcla, en ese sainete humano, carnaval cotidiano, que era Cádiz).

... El cani que hoy mismo se viste para su boa con chaqueta que le prestó su protictor, un pariente o conocido, (él que no la lleva nunca) para casarse con su chica y por un instante se ve maqueado y elegante como un pincel es mismamente como aquel Pechuga de “La Boda del Mundo Nuevo”.
... Nicolás, el marido bueno-para-nada, amante de tabancos y bodeguitas, informal amo del chapó-chapú-chapuza, que retrata “El Gato” sigue pululando hoy por las calles de Cádiz, o de Jerez (o de Ponferrada ya puestos), y sigue hoy, él o su trasunto actual, martirizando con su desidia y su escaqueo continuo a la mujer que sólo tiene a su gato (que no a su hermano) como fuente de dicha.
... ¿Y quién no ha subido en el ascensor, volviendo de la Feria, con una pretenciosa Doña Eusebia de “La Casa de Vecinos”, autonombrada señora de altísima cuna, tan alta como sus sueños y sus ínfulas de dignidades pasadas perdidas?...

Del Castillo tiene en su trabajo la marca del buen costumbrismo, ese que le incluye y relaciona con una tradición que llega hasta Los Simpson, con verdades humanas continuas y constantes y que trascienden sus lugares de origen.
Oh, sí!, somos y estamos igual que éramos y estuvimos (o muy poco distintos, en lo esencial).

El objeto de la crítica (2): La modernidad y el nacimiento de los “rolleras”
Todos los siglos saben a algo: este siglo del XVIII que le tocó vivir (poco rato, pero intenso) a “Juan del Castillo” como le rebautizó Adolfo de Castro, a mi me deja en el paladar el gusto de lo “moderno”, o más concretamente del nacimiento de lo moderno.
Es el siglo de las revoluciones (la americana, la francesa, la primera industrial) y de la filosofía política. Cierto, ambas cosas existieron antes (5) y las habrá después. Pero, para mí, que esta época señaló su alumbramiento (nada más propio del siglo de Las Luces, si se me permite el tonto juego de palabras). Es como si surgiera por primera vez el concepto y la conciencia de la modernidad (gestado tal vez en el vientre del humanismo renacentista), donde se generaliza, hasta alcanzar a más gente, ese sentimiento de futuro, terrenal y práctico, en el que antes no se pensaba acaso tanto, esa poderosa impresión de asistir a un cambio definitivo del que uno mismo (para variar) es responsable.
Igualmente, aunque se podrían citar ejemplos de ilustres antecedentes del periodismo español en el siglo anterior, desde los dos "órganos de propaganda" de aquel flamenco Bremundan, a la mayor gloria de don Juan José de Austria, los Diarios de avisos... (6) O más típicos: El Mercurio y La Gaceta (uno que devino BOE, los dos periódicos oficiales-oficialistas), parece que esa suerte de compulsión y necesidad por “sentirse informados” (7) , por discutir sobre la base de “los papeles”, por crear-manipular-dirigir una opinión pública utilizando como medio la prensa, es ahora cuando se desarrolla de una forma extensa y profesional (los primeros diarios, propiamente como tales en su periodicidad, son del XVIII).
Sin embargo, ese espíritu de modernidad fue víctima de su éxito. O por seguir la metáfora, la modernidad nació con una malformación que vino para quedarse: .... los ROLLERAS - véase, eruditos a la violeta, currutacos, parroquianos de salón (enjalbergados o enharinados), diletantes varios, falsos dandis, muñecos pintados, petrimetres, supuestos modernos, entera’os y semisabios. El sueño de la razón crea monstruos rolleras.
Personas que parece que comparten los ideales, las aspiraciones, el credo de la nueva era.... pero no. En el XVIII, esa nueva gama, subespecie resultante de la sociedad de los informados, los chicos trendy, son los que van a la moda y aún pretenden ser árbitros de ella, pero se han quedado en la pose sólo, no en el fondo de lo que pretenden los pensadores de bien...
Así que todos estos sin excepción (Moratín, nuestros gaditanos Cadalso y G del Castillo) los desprecian, intentan descubrirlos, burlarse de ellos, afear sus conductas. Su egoísmo, su banalidad, su vaciedad.... ¿su clasismo?.

Nada parece excitar más la inquina de los abanderados de un rey (la Ilustración) que los usurpadores de ese reino: los falsos ilustrados, los endinotes (indignos). Porque no son sólo lo que estos hacen, sino lo que arrastran consigo, lo que llevan a otros (a los cándidos, a los ignorantes, resignados a su tiranía) a hacer y permitir, pervertir las instituciones con la excusa de la moda (la beatita tan presta a pecar con Cirilo “El Gorjeante” en “La casa de vecindad”, la novia Anastasia que traiciona lo que es por parecer “Que con cuatro trapos viejos / se imaginan ya marquesas/ estas gentes”).

Dos ejemplos: el cortejo que hace peligrar el matrimonio y la verborrea que hace peligrar el discurso inteligente.
- El cortejo,(8) : “Mucho asunto en este ramo / hallarán los escritores / de nuestro siglo” decía don Periquito en “El Cortejo Sustituto”. “... estos hombres ociosos/ que emplean sus torpes años /en fomentar la flaqueza / del bello sexo, turbando/ la quietud dé las familias,/ rompiendo los dulces lazos /de muchos fieles esposos que fueran afortunados/ sin sus asechanzas”, don Pablo en “La muger corregida i el marido desengañado”.
La mujer comienza como víctima y acaba como ejecutora de esta moda idiota, según don Juan Ignacio, pero los verdaderos culpables son ese Conde, ese Marqués, ese don Alejandro que pretenden a la protagonista de “El marido desengañado”(9). [Un caso especial y tal vez de mis favoritos es el aquel “Cortejo Sustituto”, corrido a escobazos después de haber hablado de las petimetras ridiculizándolas en unos papeles “pensados para ser póstumos”]-
- La opinión. Que es cosa gratuita que se alimenta de aire. Como globos, los reunidos en cafés y salones, se hinchan y expulsan distintos tipos de sandeces que pasan por ingenio y dominio del lenguaje, las palabras que son aire y van al aire. Don Narciso, Martín, don Julián, tristes ejemplos de esa supuesta República de las Letras que va aventando tonterías en cualquier foro, por el sólo gusto de oir sus propias voces, sentando cátedra (de nada): “Gramática cuatrilingüe... que habrá 52 años que tomo apuntes...” “...apenas tendrá usted treinta” “es que la empezó mi padre...
Pero como decía Oliverio Goldsmith por aquella misma época en “El Vicario de Wakefield”(10) : “a listo, listo y medio”, y frente a los petimetres surge como respuesta otra tribu urbana, tan soberbia como la otra, la de los majos, amantes de la burla. Mods contra rockers, que éstos también son esclavos de la moda, sólo que de otra, pero tienen a su favor dos cosas: se ríen de los afectados currutacos y hacen gala de intentar llamar a las cosas por su nombre, socarrones.
Si los muñecos pintados son de inspiración francesa, y hablan de las extrangeras modas y modales, los otros son los pícaros patrios, los castizos, que huyen de harinas en el pelo. Como un trasunto banal de esas dos Españas que se discuten ahora, cada uno abandera un estilo: popular-populachero versus refinamiento foráneo, lo de aquí versus lo de allí. Este enfrentamiento que se queda más en lo ancilar y accesorio de dos planteamientos profundos se salda en los sainetes generalmente con el triunfo de los majos (al final son los que se llevan a la chica, por decirlo de algún modo) que burlan a los pretenciosos caballeros, especialmente cuando estos últimos no tienen donde caerse muertos, como pijos sin dinero.
Así ocurre en La Boda del Nuevo Mundo, donde se las apañan para dejar a Pechuga en la pechuga. Pasa en El Fin del Pavo, donde Mariquita y Martin se quedan respectivamente con el pavo humano (don Agapito) y el pavo de comida (la posesión más preciada del vejete). Así ocurre en La Casa de Vecindad cuando tras el enfrentamiento entre La Curra y Doña Eusebia, Pepe planta cara al casero.

Tal vez se deba a que se inclinaba más don Juan Ignacio por ese lado. O su público, que no era el de la Ópera italiana o el Coliseo francés, sino aquel de la Casa de las Comedias del que cuenta el profesor Romero que era heredero de los castizos corrales de comedia y donde trabajo, hidalgo pero sin posibles, eterno escribiente, Juan Ignacio.

...y aquí se acaba el comentario,
perdonad las faltas nuestras.
rafarrojas
Los (sainetes) de este escritor son superiores á todo encarecimiento, pues en ellos luce mas que en otros el ingenio español, bien en las trazas de sus argumentos, inventados para reprender los desórdenes públicos, bien en las sales cómicas. Después que la muerte hizo retirar del teatro su pluma pocos se han atrevido á poner la mano en composiciones semejantes, ya por la imposibilidad de imitarlo, ya por la dificultad de competirlo.” (Adolfo de Castro)

Notas al pie:


[1] (mencionada en el sainete como origen del lugareño)

[2] Compendio de las ciudades, villas, lugares, aldeas y otras poblaciones situadas en la comprehension y distrito de la Real Chancillería ... Siglo XVIII.  Contiene datos de población de 1745 y 1755.   [Manuscrito Biblioteca Nacional de España]. http://paternaderiverahistoriaypatrimonio.blogspot.com.es/2013/11/paterna-de-rivera-en-compendio-de-las.html

[3] “La población de la provincia de Cádiz en los siglos XVll y XVIII” -Trabajo de investigación realizado por el grupo Lantery, dirigido por los profesores Manuel Bustos Rodríguez y Arturo Morga­do García de la UCA. http://rodin.uca.es/xmlui/bitstream/handle/10498/9203/17212674.pdf?sequence=1
[4] Recuerda aquello que decía Javier Cercas, creo, de la distancia entre su pueblo y Madrid, a los que separaban no 200 kilómetros sino 200 años.

[5] Incluyendo primer rey decapitado tras la Revolución, Carlos I de Inglaterra en 1642, o dentro de la historia del pensamiento nuestros inigualables Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas
[6] Sáiz, María Dolores “Historia del periodismo en España. Volumen 1. Los orígenes. El siglo XVIII,” Madrid, Alianza Editorial, 1986 Colección Alianza Universidad Textos. 

[7] Toda la guerra pasada -dice Nuño- estuve leyendo gacetas y mercurios” – carta XIV, en Cartas Marruecas de Cadalso.
[8]Es afectado tormento / de un cauteloso albedrío,/ que encamina al desvarío” como lo definía Eugenio Gerardo Lobo en su décima “Definición del chichisbeo, escrita por obedecer a una dama”. Sobre el cortejo escribe la profesora Marieta Cantos en su blog “Doceañista” - http://soydeldoce.blogspot.com.es/2012/07/mujeres-en-el-siglo-xviii-traspasando.html
[9] Así lo recoge nuestro profesor, Alberto Romero en su artículo “Juan Ignacio González del Castillo y El Café de Cádiz”: “como en su día bien apuntó Carmen Martín Gaite, siempre en detrimento del concepto tradicional del matrimonio y la conducta femenina
[10] Otra obra de gacetillero metido a escritor con tal de sacarse dos cuartos, con su punto de humor