4 de junio de 2009

En tierra de nadie... El tuerto.

Leo por la calle. El libro entonces se convierte (aparte de una cantimplora para mente sedienta-aburrida) en un complemento, una prenda más. Como el coche es a su conductor, el libro a su lector. Tal libro lees, tal persona se supone que eres. Se deja al margen el hecho de que un chaval que actúa de mensajero en el tráfico de hachís se compra el mismo BMW Serie Guay que el burgués que va tarde para el paddle y lo avisa desde su bluetooth. También se obvia el hecho de que leer un libro no te convierte en su lector adecuado, ni te va a transformar por arte de magia o milagro en un igual al que lo escribe, ni en definitiva significa que seas capaz de entenderlo o aprovecharlo.
Así que si lees comics tienes un Seat Panda (no eres un poco mayor y gordo para meterte en un Panda?), si lees best-seller llevas un unifamiliar de los que hay miles (eres uno de tantos, anónimo ser de clase media, víctima de modas y movimientos refrendados por el mogollón), si lees a Chomsky y en inglés llevas un... que un especialista en mercadotecnia te lo diga, que mi conocimiento de coches y mi interés por esta metáfora se han agotado.
Aparte de la necesidad (de estar entretenido, que andar por la calle es como evacuar, un trámite necesario pero coñazo), la parte de pose de llevar un libro (esa pátina de intelectualidad y de "intensa vida interior" con la que te vistes) tiene sus desventajas. Te preguntarán. Y entre otras cosas, sobre todo, cuánto llevas, lo que hay que reconocer que tiene su lógica. Tanto has leido, tanto te has impregnado del libro, bañado en la sangre de Fafnir del libro. Sigfrido no podía decir "he herido algo al dragón y su sangre me ha salpicado la muñeca izquierda y aquí sobre la pechera, en este punto, ves?" y seguir sintiéndose un héroe completo.
Cuando es un libro que acabas de empezar es como un coche de alquiler: será muy chulo, pero no es tuyo (....lo sé, dije que dejaba la metáfora, pero es que se agarra la muy miserable, con la misma fuerza con que lo hacen las canciones de Georgi Dan, con quien comparte su bajo nivel artístico).
"No, no es mío, sólo llevo 40 páginas" "Ah, entonces todavía no sabes, no eres, no conoces"
Estás en el mismo caso de tantos otros que compran los libros pero no los leen. Los comienzan porque les gustaría ser capaces de leerlos, les molaría haberlos leido... pero, entre nosotros, ¡vaya pestiño!
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Y aquí un inciso: el prólogo de Juan Valera a su traducción del clásico Dafnis y Cloe. El resumen: enfrentados a un clásico, los lectores que no lo disfrutan como deberían optan por adoptar alguna de las siguientes posturas (tres), según su condición y carácter. La primera, el humilde, "a mí no me ha gustado, pero es que yo de esto no tengo ni idea. Será genial pero yo no tengo la preparación para disfrutarlo". La segunda, el pretencioso, "creo que debe ser por la traducción, porque no es posible que esta maravilla no me haya gustado, sin duda cosa de un traductor inepto". La tercera, el zafio acostumbrado a hacer gala de sus cojones, "al pan pan y al vino vino, el libro éste es una mierda, y sólo los snobs pueden decir otra cosa, y seguro que ni se lo han leido, porque no hay quien lo aguante". (¿Cuántos han leido el Quijote original entero, cuántos se han reido o llorado o asombrado leyéndolo?,... es una curiosidad).
Vale, sigo. Luego está la tierra de nadie. Mi maldición. La medianía. El tuerto entre ciegos (lo que no deja de tener su encanto) y videntes (ahí la has cagado).
Llevas un cuarto o un medio del libro. Tal vez te está costando. Se ha escrito parece con sangre, sudor y lágrimas (las tuyas) en una guerra cruenta, dolorosa, entre tú y el puñetero libro de los huevos. Cada letra un dolor, un esfuerzo sobrehumano. Quizás deberías coger algo más ligero y acorde con tus capacidades, ¿qué tal el Mortadelo?... Pero no, tú quieres lo que sólo su lectura puede darte, la capacidad de codearte con los mejores, con los sabios, con los artistas. Eres la gorda que da la fiesta para que los hombres de talento acudan. No te enteras de sus chistes, no eres uno de ellos. Pero, oye, desde fuera parece que sí.
Yo sé, pero no sé. Conozco, pero no conozco.
Ahora estoy pegándome con Javier Marías, Mañana en la Batalla Piensa en Mí . Y está bien el libro, es muy curiosa la idea inicial y las siguientes que van deshilvanando la novela. Y sin embargo, y a pesar de reconocerle méritos a millares.... joder, lo que me cuesta. Seamos sinceros, uno no puede pretender ser un intelectual y estar deseando escaparse a ver Terminator, sustituir un trabajo literario de nivel por la última peliculita de efectos y con guión absolutamente previsible y simple.
Volveré a hablar de la puta tierra de nadie.... (también está en los blogs) ¿Cuál es la tuya?

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