24 de febrero de 2010

Quién me está mirando? 1ª parte: El Profeta

Acaso existiera un profeta en absoluto fanático o fundamentalista, sino reproductor fiel y sin excesos de los hechos, observador curioso. Y tuviera ese profeta la mala suerte de topar con un dios que sí fuera dado a fabular o inventar sobre la marcha, para nada un dios serio y riguroso, sino más parecido a un bravucón o uno de boca muy grande, demasiado. Y el profeta apuntaría bien las revelaciones, sin saber que su dios estaba simplemente dejándose llevar por el puro gusto de la charla, por el deseo de ser lo que no era, tal vez humano, u otra cosa, por el prurito de alcanzar la imagen de lo que debería ser: un dios imponente o tonante (y como habla de lo que no es acaba el dios describiéndose como dios prepotente y gritón, y tal vez por eso prefiere ser un dios sin tanto trueno o tanta mandanga). Pero tenemos al profeta que cree que dios no miente, ni inventa, que es siempre sincero en sus revelaciones, una verdad continua. Y lo reproduce. ¡Así le va!, que le apedrean en los pueblos, que se ríen de él en las Cortes, que a fuerza de ser empujado, vapuleado, despreciado, apartado, acaba teniendo ese aspecto que asociamos con los profetas: ojos desencajados, mandíbula desencajada (y si tuviera puerta, también desencajada). Y él se limita a contar lo que le contaron, pero, claro, eso es una barbaridad y una tontería, ¡cualquiera se puede dar cuenta! Y los que no se dan cuenta, los seguidores que le salen al profeta, que a todo profeta le salen seguidores, como pulgas a perro flaco, (que hay, dicen, unas hermanitas pulgas de la Caridad que no abandonan a los perros por ser pobres y desnutridos, sino que les acompañan y les acicatean para sacarles de su estado de postración y abandono), los seguidores del profeta, aprendices de profeta, profetas en prácticas, secretarios, adláteres, pringaillos y groupies, son lógicamente de lo más friki que hay, porque sólo absolutos colgados se pueden creer esas cosas, como ruedas de molino o previsiones económicas del gobierno....
Pobrecito profeta, él, tan profesional, tan correcto. Y dios soltando embustes, que cree que es lo mismo decir que hacer y que el verbo se hace carne (cuando lo cierto es que para eso hay que poner toda la carne en el asador verbal, y hablar con tanto rigor como pasión, y respaldando palabras con obras).
Y Dios le habla de un apocalipsis absolutamente abigarrado, lleno de detalles propios del que se deja llevar por paja mental: "y entonces habrá hasta 70 veces 7 señores con bigote que volarán por los cielos y se oirá una voz que dirá 'Hasta Aquí!' y todos correrán entre escabeles y muebles antiguos como niño por casa de abuela o abuela en tienda de antigüedades..."
Y el profeta asumirá que es palabra de dios y que dios tiene palabra.
E incluso puede ocurrir que Dios tenga planeado hacer eso pero luego decida mejor no, porque por qué va a sujetarse él a un plazo limite y yo desde luego si fuera dios de ninguna forma iba a someterme a ningún imperio ni regla....

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Bienvenida sea la libre expresión de ideas... Ahora bien, no necesariamente lo que digas será compartido por mí, ni lo daré por cierto, válido o bueno.
Sin embargo, qué gusto tener gente que acude a mi convocatoria (soy muy simple)