En ocasiones pasa con las conversaciones lo mismo que con las borracheras. Te pasas la mitad del tiempo intentando conseguir una, meterte en ella... y la otra mitad, intentando salir. Y es entonces, al final, cuando te preguntas mirando a tu interlocutor con mirada turbia o apoyando la cabeza en la baldosa blanca del asqueroso urinario "¿cómo coño me he metido en esto?"
(como siempre, saludos del autor de esta reflexión q no va a ninguna parte, rafarrojas)
26 de marzo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Bienvenida sea la libre expresión de ideas... Ahora bien, no necesariamente lo que digas será compartido por mí, ni lo daré por cierto, válido o bueno.
Sin embargo, qué gusto tener gente que acude a mi convocatoria (soy muy simple)