Sentado en el porche de esa casita de verano en la que tantos años he pasado por estas fechas, notaba el aburrimiento y la falta de propósito o energía motivadora, como esa pequeña astilla- espina que te has clavado en la mano y que ha sido ya absorbida (debiste quitártela en el primer momento!) pero sigue allí, cuerpo extraño incordiando en lo profundo, gritando en ocasiones de pronto como para recordar que existe. Molesta por estar donde no debe, donde nunca debió estar.
¡Uf, qué rollo!...
Sólo hoy, ahora, vaya por Dios, qué rollo.
Cualquier tiempo pasado fue mejor...
Pero es falso.
Si miras bien, si repasas el album de fotos mental que son los recuerdos de todas esas otras vacaciones, sí, allí está, desde esta misma silla, con semejante sol lento y caliente derritiéndose en noche de plomo, mismo sitio, alma en esplín, con el motor ahogado. Ves esas fotos del pasado en tu cabeza como mira (por fin!) en la peli de terror el progresivamente menos incrédulo protagonista las fotos donde aparece el fantasma: date cuenta, el mismo fantasma una y otra vez, el aura kirlian, en presencia eterna, asomado a nuestra espalda, oculto a plena vista, el espíritu torturado torturador.
Lo que nos atormenta siempre estuvo ahí.
Pero eso, reconozcámoslo ahora, también es falso.
Los fantasmas son sólo aire, nada, niebla sin poder, sin poder ser muro sólido o puño en golpe. Y tú eres tonto si les concedes cuerpo.
La prueba definitiva: durante un tiempo (sí, justo la mismísima cantidad de tiempo que gastaste pensando aquella falacia de “cualquiera tiempo pasado fue mejor”) viste el pasado como fue en realidad, sin tonterías, sin “pupitas” de niño quejica.
Silla, porche, atardecer, y tú vivo para apreciarlo.
Es como cuando recuerdas algo que leiste y no recuerdas el idioma en que lo leíste... ¿Y qué más da en qué idioma?! Lo que cuenta, lo que recuerdas, es la idea que transmitía, no el puñetero código.
Campoamor decía “En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”.
Mentira: Hay un todo que es verdad, y hay un color-con-que-se-mira que engaña, una vulgar y puñetera capa-máscara de Photoshop, un añadido suprimible, y suprimido luego por la erosión de lo superfluo. La emoción momentánea como el idioma original no importa. La realidad es lo que queda cuando le quitas la tontería sensiblera.
Porche, silla, atardecer, vida.
Habrá que aprender a olvidarse antes de lo sobrante, astilla idiota de aburrimiento y plañidos.
Vaciada
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Lo de fases del duelo de Kübler-Ross muy bien tirado, muy acurate, pero yo
creo que le falta una: la del vacío absoluto. Cuando el dolor ha sido tan
inte...
Hace 20 horas
Me intento animar con tu texto. Me identifico mucho. Gracias a mi memoria(una de las pocas cosas de mí, casi en exclusiva, que me gustan) recuerdo que mis malos rollos de ahora estuvieron allí iguales en otros momentos. Mis bajones son simétricos y por parecidos motivos. También mis alegrías posteriores se parecerán a las que, espero, vengan. Aún así avísame cuando te saques del laboratorio el anti-astilla. Yo de momento la siento cuando se clava y dejo de sentirla cuando a esta le da la gana. Saludos desde este lado del verano.
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