- Hace un par de semanas pensaba que la vida es como un examen en dos partes, una teórica y la otra práctica. La teoría está tirada, super fácil, todo el mundo aprueba con la gorra.... La práctica es la jodida, la que no pasa ni San Judas Tadeo, donde todo el mundo se encalla y se va a pique!
+Por eso cuando alguien te cuenta un problema de su vida, ves rápido la respuesta y lo ves claro: “haces esto y lo otro y asunto arreglado”. Ahí estás tú, muy satisfecho contigo mismo, cuando lo único que has hecho es dar la respuesta de la parte teórica, la que se sabe todo el mundo: “no fumes, haz deporte, come menos, duerme lo necesario, no bebas tanta coca-cola, escucha a la gente, sé cariñoso, sé paciente, se bueno”. Etcétera. Un puto genio eres tú.
¿A quién no le irrita el que a la salida de clase dice “ha sido muy fácil, no?” ... Smug (palabra que aprendí el otro día leyendo Codex Alera).
- Hace una semana, aprox., me lamentaba de ser un tío tan desaprovechado. ¿Cuánta gente hay que tenga mis capacidades!
Vale, esto suena fatal, propio de un soberbio donde los haya, chulo de mierda.... Aunque lo cierto es que soy un tío bastante listo, tengo una memoria – a corto plazo – cojonuda, y soy creativo. Entonces, ¿por qué coño no he llegado a nada, no soy nadie, he resultado tan absolutamente gris y mediocre? Wouldda, shouldda, couldda... ¿Por qué ahora mismo no estallo como una nova, ilumino el mundo con mi brillo? : )
Y fumo y soy sedentario y como como un cerdo y le robo horas al sueño para ver series y consumo litros y litros de coca, e interrumpo a la gente, y puedo resultar agresivo, y me traicionan palabras, obras y omisiones... Un dos, un tres siendo generoso, me ponía en el práctico.
Entonces, lo mejor que podía ocurrirme es que alguien me raptara. Sí, ya lo veo. Metido en un zulo, sin tabaco y sin coca, sin morcillas ni chorizos, ni bocatas de barra. En unos meses tendría el cuerpo “niquelado” como dicen en Cádiz. Y luego, amenaza de muerte, pistola en la nuca: “haz fondos, corre, salta!”... Y, again, en un tiempecillo tendría el cuerpo de un Adonis, la fuerza de Sansón (aunque fuera de un Sansón de mediana edad, madurito interesante y en forma).
¡Espera! ¡No es suficiente!: allá en el zulo, esa habitación sin ventanas de dos por dos, una mesa, una silla y como dicen los juristas “recado de escribir”, folios y boli. “¿Ves esa batería de coche con esos cables pelados? ¡Como no escribas un cuento, una novela, siete poemas de aquí a la noche, a un mes, a dos, te los aplicaremos a los mondonguillos y te vas a enterar!!!
Y yo que de siempre he sido un grandísimo cobarde y contando además que no tendría nada mejor que hacer, no tele-juegos de ordenador-cine-Internet-libros, escribiría finalmente todo lo que está en mi cabeza y aún lo que no he llegado a pensar porque para hacerlo tendría que haber recorrido el camino previo, no habría andado esos pasos-palabras, rastro de verbos que conducen a la historia escondida tras el recodo (“El Camino sigue y sigue desde la puerta...”).
Puteadísimo, sí, pero ¡y lo que crearía?! lo que produciría en esa prisión, bajo la presión de esa amenaza, de ese miedo.... Si luego me soltaran: cachas, autor.... O incluso si luego no me soltaran y acabaran conmigo o me dejaran allí pudrirme en la oscuridad del zulo, pero vieran mis obras la luz, mi vida habría tenido sentido, propósito, habría hecho algo que mereciera la pena....
Pero no. Que nunca sabes hasta que punto puede reaccionar ese obstinado cobarde, ese pasivo-agresivo, ese desafiante rebelde y negarse a currar y a hacer lo que debe, ni bajo peligro inminente de muerte y tortura. “Bring it on, dale, venga, a mí no me fuerza ni Dios!”. Y la jodimos, y ni así llego a hacer nada.
O, por otro lado, ¡qué sufrimiento!, no? ¿Realmente hay que sufrir tanto para conseguir algo? Mejor si me hipnotizan o me meten en un trance donde me dicen simplemente “vas a hacer”. Control mental, y me ahorro el sufrimiento. Y a currar. O que venga uno de los que dicen que ellos lo ven muy claro, yo mismo, viniendo de otra realidad paralela o del futuro o los fantasmas de las tres navidades, y ocupen esta cáscara de cuerpo que podría ser (pero no hace por ser y no es) y me desalojan. ¡El cuerpo -y la mente- para los que la trabajan!: Adios espíritu malsano de Rafa, bienvenido espíritu que posee a Rafa y lo convierte en lo que debería ser.
Hace unos días leía la segunda novela de Códex Alera de Jim Butcher (llevo dos en un par de días cuando debería estar estudiando eso de la vocal post-nuclear que es la que sigue en el diptongo al núcleo silábico – bonita pollada, por cierto, muy útil para la mejora de la Humanidad). El enemigo al que los héroes se enfrentan se llama “VORD”, un bicho que entra en un cuerpo y lo vacía y en fin lo convierte a su Propósito: “"Because that is what they do. They spawn. Make more of themselves. They take, devour or destroy all life, until there is nothing else under the sky. They create themselves into new lives, new forms."
Y de pronto me han venido a la cabeza todos los semejantes monstruos que comen y transforman: la invasión de los ladrones de cuerpos, los vampiros, los muertos vivientes aka zombis, los borg de Star Trek, “Música en la Sangre” de Greg Bear (yerno, por cierto, de Poul Anderson), "Unity" en la serie de dibujos animados de Superman....
Es un tópico de la literatura fantástica, de terror y ciencia-ficción, aunque no queda claro que es lo que nos aterroriza: ¿los mordiscos que nos dan los feos (¡porque mira que eres feo, jodío!), la súbita sensación de la aguja que nos inocula los nanobites, el pinchazo de los colmillos del drácula de turno... o la conversión en sí, la pérdida irremediable de nuestra identidad?
Y el caso es que los invasores, los malignos bebedores de nuestra sangre, nos ofrecen aquello a lo que Epicuro y Diógenes aspiraban, la Ataraxia definitiva (De la Wikipedia: “ataraxia (del griego ἀταραξία, «ausencia de turbación»), disposición del ánimo propuesta por los epicúreos, [ y escépticos, gracias a la cual un sujeto, mediante la disminución de la intensidad de sus pasiones y deseos, y la fortaleza frente a la adversidad, alcanza el equilibrio y finalmente la felicidad, que es el fin de estas tres corrientes filosóficas. La ataraxia es, por tanto, tranquilidad, serenidad e imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los sentimientos”.)
No más emociones estúpidas, inclinaciones lastimosas , pérdidas de tiempo.... Somos objetos decididos, eficientes, eficaces, con un destino claro, un propósito...
Bueno, a lo mejor los zombis no tengan un graaaan objetivo en la vida (comer), pero al menos no sufren ni penan. Pero los borg... ¡LOS BORG SON UNAS PUTAS MÁKINAS, MAQUINONES!, que diría el macarra y ahora con razón: ¡unos crack, dominadores del universo!
Fíjate a lo que renunciamos por no dejarnos morder, convertir, transformar.... La Paz, el Propósito, la Eficacia. Cochina cultura individualista que nos hace temer a la pérdida de la identidad.
Mierda de libre albedrío, que ya se sabe que libertad es sinónimo de (o corre el peligro de convertirse en) libertinaje.
Pero la identidad....nosotros somos nuestros vicios y defectos, nuestra personalidad es la maltrecha, maltratatada, deforme y mal gestionada psique que malogra y malgasta nuestras capacidades. Yo soy ese gordo inútil, ese flácido ser humano, ese acomplejado bicho que no vale pá ná. Y si me convirtieran, si me transformaran en el cachas, productor de grandes obras, ya no sería yo, sino un otro, un ajeno distinto, un noRafarrojas....
(aunque visto lo visto, ¿sería acaso tan malo que yo desapareciera? Ahora mismo soy tan necesario como saber que “se llama prosodia la disciplina que estudia el conjunto de los elementos fónicos suprasegmentales”... Creo que el mundo puede pasarse sin mí y sin ese supuesto conocimiento fundamental).
Y para terminar, os dejo con poesía de alguien que o fue raptado o tiene más voluntad que yo para escribir, luego es alguien, Felipe Benítez Reyes:
Entré en la casa blanca con mi incierta
llave de cristal frío,
la memoria.
Se mecía
el toldo sobre el patio
como un jirón de niebla. Se mecía
el caballo qué roto de cartón
en el cuarto de juego.
Y nada era
nítido allí ni vago, pues los ojos
miran con lente propia los dominios
del cadáver del tiempo,
y nada para el ojo es tan real como la nada,
esa nada que vuela
como un ave enjaulada por la casa vacía,
llena de eternidad agonizante.
La vida que allí estuvo no parece
sino una densidad de desamparo
ante la mano helada del tiempo, engalanada
con anillos que arrojan
el veneno veloz de la melancolía
en la copa que estamos apurando.
Esa mano que pasa
por los juguetes rotos y los muebles,
por el globo terráqueo de marfil
y por los trajes de los muertos,
hieráticos y huecos como estatuas de nadie.
Extraño en ese mundo clausurado,
oí el tiempo moverse.
Su paso de reptil en los espejos.
Y fui abriendo las puertas,
palpando oscuridades ostentosas
exhibidas allí como un resplandor negro,
y supe que era el huésped
de una rancia tiniebla
oculta en mi memoria como un borrón de espanto.
Y andaban por la casa mis vampiros,
rugían por la casa mis monstruos siderales,
velaban como arañas de ceniza
las brujas de los cuentos,
los licántropos
mostraban sus colmillos como puntas de estrella.
Y andaban por allí, vacías sus miradas, los difuntos
con rostros congelados en el hielo
de las fotografías.
Y supe que era el dueño de la niebla.
Y tomé posesión de mi memoria.
Cerré la casa blanca con mi llave
tan fría de cristal, y ahora no tengo
un lugar en que pueda morir
rodeado de aquellos que me tienden sus manos
desde la orilla turbia que empiezo a divisar.