7 de abril de 2014

La Poética de Aristóteles

[Asumámoslo, nunca construiré las Pirámides (demasiado vago o demasiado inconstante). Quede a cambio aquí esbozo rápido a lápiz de la ingente obra, maqueta chiquitaja a escala 1/100.000.000. Porque eso tengo en común con los adolescentes con los que estudio, que quiero dejar constancia, documentar, cuando he estado en una fiesta y ¿no es una auténtica juerga, rave dura, tener que leerse la "Poética" de Aristóteles?]

Leo la Poética y me viene una imagen clara del pollo que luego han entronizado, canonizado casi, tanta gente después: "El Supremo Aristóteles"... un funcionario, un hombrecillo delgado y calvo, un obsesivo-compulsivo, un burócrata de las ideas.

Me lo imagino con muuucho tiempo libre, desocupado, ocioso, rico, ... nervioso perdido por la falta de organización y definición del Universo,  buscando poner orden en el caos. Como no hay nada hecho, sus clasificaciones tienen el mérito de ser originales y tan válidas como las de cualquiera. Provienen de la observación, la suya particular, y en ciertos casos directamente "out of the sobaquillo" (por más que luego sea sobaquillo venerado).
Se levantaba por la mañana y decía, por ejemplo, "de la Naturaleza: hay árboles, arbustos y hierbas. Los árboles son de copa alta y baja. Unos son de hojas verdes, y los hay de hojas marrones...." Y así seguía con todo, recogiendo impresiones, acumulando datos, a ratos haciendo gala de intuición, a ratos de pura inventiva.

Como a todos los que limpian, fijan y ponen orden, se le agradece el esfuerzo, el tiempo dedicado.
Pero como todos los maniáticos de la bayeta y la disposición ordenada, que nos ponen las latas en la alacena de casa siguiendo códigos de colores y tamaños, muy útil, sí, acaba desarrollando una forma de tiranía: "eh, eso no va ahí, eso va con los alimentos que empiezan con la letra c". "Ya, pos eso, con la c de comida, no?" "¡No, no, no, no!"... (no querría yo casarme con Aristóteles, con todo lo beneficioso que fuera para la buena marcha y el arreglo de lo doméstico).

Aristóteles organizando la literatura y marcándola con etiquetas dymo, dándole golpes secos a las letras, "T-R-A-G-E-D-I-A", "C-O-M-E-D-I-A"... media lengua fuera por el esfuerzo de la concentración...

¿Y quién coño era Aristóteles después de todo? Un tío. Un tío listo (hasta ahí le concedo). Un tío curioso con buenas cualidades intelectuales. Pero ya está. ¿Quién coño era para poner vallas al campo y decir que Homero sí, pero Nicócares (que no he tenido el gusto de leer) no? "Digamos a continuación cuál DEBE ser la estructuración de los hechos...", asegura el muchacho. A ver, alma de cántaro, ¿qué es eso de DEBE? ¿Desde cuándo DEBE someterse el escritor a nada, en general, y sobre todo a nada que un crítico, comentarista, consumidor, diga? Libertad, my friend, e imaginación, que si tú la tuviste me alegro, pero no puedes venir a enmendarle la plana al resto y a decir qué ni cómo....

Aristóteles, el hombrecillo hiperactivo, apilando papeles en plan síndrome de Diógenes, científico loco, bibliotecario de la bruja novata (Portobello Rd, s/n)...]
(A todo esto, el calvo en la obra de Rafael es Platón, pero ya se quedaría calvo el otro luego, digo yo...)


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