25 de octubre de 2019

La ficción que se aleja

LA LITERATURA DESDE EL LECTOR
Según pasan los años me resulta más difícil la suspensión de la incredulidad (Coleridge). La fe envejece y se hace cinismo. Y las ficciones se disfrutan cuando eres capaz de meterte en ellas, incluso las increibles: yo siendo disputado por todas las integrantes del equipo olímpico de modelos suecas (ah, que, ¿eso no existe?... ¡cachis!). De Bastian Baltasar Bux pasas a señor de canas que ni con esfuerzo se cree capaz de protagonizar nada. ¿Un anuncio de lentes progresivas?
LA LITERATURA DESDE EL ESCRITOR
Según pasan los años sin tener lector que llevarme a la boca, se me quitan las ganas de intentar hablar. Viejo chalao que deambula hablando solo. La verdadera tragedia no es ese que palma antes de revelar el lugar donde está escondido el secreto o el nombre del asesino ("el asesino es... agh!", y muere), no. La figura más patética es la del que quiere contarlo, puede contarlo, va a contarlo... pero nadie le escucha. A nadie le importa una mierda su epifanía, la revelación de verdades infinitas, la historia apasionante o el chiste con gracia. Alma en pena.

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