Me pasé una época larga de mi vida siendo ateo (hoy soy mal católico). Durante ese tiempo intenté entrar en un grupo cuyo nombre lo dice todo: "Comunidad de Nazaret", donde había además mucha gente a la que conocía (y que creía conocerme a mí... y eso en aquel tiempo no era algo realmente bueno).
Eso planteaba un cierto dilema moral a los que participaban. En principio, por definición, era un grupo abierto a todos los que quisieran compartir: oración, convivencias, eucaristía. Un grupo de esos que cantan (con guitarrita, que no falte) y charlan y donde el buen rollo es casi obligatorio. Y ahí estaba yo, perro verde, que encima no ocultaba que era ateo (o no lo ocultaba totalmente). Pero yo pensaba: "una cosa tienen los creyentes que no tienen los que no lo somos, que una vez a la semana practican la reflexión sobre los principios que gobiernan su vida, y comparten durante un rato sus reflexiones y sus objetivos, se realimentan de la fuerza del grupo, y es necesario resetear, volver a poner a cero el marcador moral, recordar cómo quieres vivir".
Entre los del grupo, hubo quién directamente quería expulsarme (la mujer con la q luego me casé, la primera, y con especial virulencia), entre otras cosas porque pensaba que yo estaba allí como zorro en gallinero, aspirando a otras cosas, tal vez ligar si podía, aprovechando que por principios aquella gente se esforzaba por ser maja con todo el mundo (hasta con un cabrón con pintas como yo... del que se pensaba que no era más malo porque no podía, o al menos en lo que a mujeres se refería). Y aunque la otra razón, la que ella no me reconocía, era para mí la importante, la que me decidió, tenía su parte de razón, porque en mi caso el sexo y la salidez van conmigo a todas partes y no conozco a ninguna mujer sin considerar si
a) está buena (o no), que es lo mismo que decir si haría algo con ella (o no). Y sí, llamadme superficial, porque en los primeros cinco segundos no puedo juzgar nada más que su aspecto y eso hago, y porque el aspecto es condición sine qua non para mí para seguir mirando de una forma sexual o romántica.
b) si muestra alguna inclinación hacia mí. He salido con unas cuantas sólo porque me mostraron que querían algo. Y, por decir algo que considero bueno (redentor?) de ese salido oportunista que soy, siempre he desarrollado un sentimiento de deuda y de agradecimiento casi infinito por todas las que me correspondieron. Aprecio a mis ex porque ellas me apreciaron, y eso tiene mucho mérito! De hecho, el solo hecho de que me quisieran hacía que bajara si podía ese listón del atractivo físico (y salí con gordas, con bajas, con chicas que podían haber corrido el gran derby sin caballo, incluso con una bizca de estrabismo salvaje y llamativo). Salí un año con una baja, gorda y con abundante vello facial (sombra de bigote y patillas que ya quisiera un sargento de caballería inglés destinado en India en tiempos del Imperio) y quise ser el mejor novio del mundo. Fue mi primera novia-novia, y quise ser buen novio y devolverle tanto cariño como pude... hasta que me dijo que su familia creía/ella creía que estaba con ella por su dinero. Entonces la dejé (creo que tardé medio minuto en decidirme) y durante años le guardé rencor y me arrepentí de todo lo bueno que había intentado ser con ella. Pero sigue siendo la primera que se arriesgo a hacerme novio (uno de mis objetivos en la vida).
Pero me despisto (y en el proceso echo basura sobre mí mismo, con la sana intención de ser sincero hasta la crueldad y condenarme o salvarme por algo que al menos sea real).
Sí aspiro a ser buena gente y tengo mi corazoncito (necesito creer eso de mí mismo para soportarme). Un corazoncito no políticamente correcto, pero que igualmente funciona y rige mis pasos.
Aquello de la comunidad cristiana era quizá para mí el sustituto de un grupo de terapia o un grupo político.
Acabo de terminar un trabajo relacionado con un libro de autoayuda. Los critico mucho, pero también los he leido. Incluso uno de una "surrrnormá" llamada Louise Hay, "Usted puede sanar su vida" y hasta ahí estoy de acuerdo con ella. Ahora cuando insiste en la existencia de fuerzas místico-patateras, tú desea y sueña que entonces el Universo conspirará para que se realice tu sueño, me toca las narices hasta límites insospechados. Será que no he soñado veces con una bono-loto? Pseudociencia. Rolleras. Peligrosos. Odio (y aquí mis visceras al descubierto) a esa gente que "como hay cosas que no se pueden explicar" creen que eso les da carta blanca para mantener cualquier memez (que por supuesto forman parte de las que no se pueden explicar o probar con experimentos en laboratorio, sino con estadísticas chorras y con pálpitos varios y sensaciones subjetivas....)
Como aquella otra novia que tuve que un día en que le conté un problema que me traía frito dijo: "tengo la solución!" y me sacó el I Ching. Tócate los huevos! Lo dicho, soy un pedazo de carne con ojos, por un lado, o valoro demasiado la razón, como para aceptar como válido lo que ni es inmediato ni está basado en verdadera ciencia (otra forma de fe, teniendo en cuenta lo poquísimo que sé).
No me pidáis que resuelva contradicciones, porque todavía lucho para conciliar muchas de mis propias paradojas. (Y cuáles son las vuestras, por cierto?)
Pero también he leido otros libros de autoayuda interesantes y curiosos. Todos necesitamos crecer, mejorar, o directamente cambiar. Porque somos jodidamente imperfectos. Porque no somos todo lo felices que queremos ser. Porque se nos olvida qué es lo importante y cómo llegar a ello (e incluso que es posible llegar a ello).
El que escribe un libro de autoayuda plantea conclusiones que muchas veces son sabiduría popular olvidada o ignorada, perogrullos incluso que tendemos a obviar. Y no deberíamos. Conócete. Quiérete. Contrólate. Cuídate. Piensa. Actúa. Porque estamos gordos, o somos tímidos, o no tenemos amigos, o fumamos, o no ligamos....
El que escribe un libro de autoayuda está obligado a afirmar: tengo la respuesta. No puede dudar. No puede permitirse hablar con términos relativos.
Aunque tener la respuesta no es suficiente. Y aunque sólo sea una respuesta posible. Pero al menos es un punto de partida. Siempre recuerdo al pobre autor del libro cómo ser feliz que murió de la forma menos feliz posible: suicidándose. Pero a cuántos no habrá evitado hacerlo al menos el día que lo leyeron.
Todos deberíamos escribir nuestro propio libro de autoayuda, recordar todo lo que sabemos para conseguir el propósito de ser felices. No tener un niño, plantar un árbol, escribir un libro. Sino escribir un libro de autoayuda, un tratado filosófico, una constitución política. Y vivir con esos tres en mente. Ser entrenadores de nosotros mismos y practicar coaching y motivación y autoestima y evaluación continua.
La vida es absurda, las lágrimas y las risas vienen del fondo de azar sobre el que vivimos. Sólo el esfuerzo consciente la dota de un sentido y la mantiene en límites aceptables (habitables). La lucha continua y constante por estar sanos, cuerdos, ser útiles (a nosotros mismos o a los demás) nos mantiene sanos, cuerdos, útiles.
Supongo que este blog (todos los blogs) son reflejo de esa lucha.
Vaciada
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Lo de fases del duelo de Kübler-Ross muy bien tirado, muy acurate, pero yo
creo que le falta una: la del vacío absoluto. Cuando el dolor ha sido tan
inte...
Hace 20 horas
Todo un tratado de autoayuda en un párrafo y resulta sencillo estar de acuerdo contigo.
ResponderEliminarMe gusta saber que sigues por aquí, y quiero imaginar que bien, peleando pero bien.
Un abrazo (lo de la conversión por el amor, para otra entrada ¿vale?)
Me resulta extraño el apso de ateo a un poco más creyente. El mío ha sido distinto y por lo que he visto suele ser así, de creer a no creer. Pero contradicciones tenemos todos. ¿Las mías? Pues alguna he detectado pero tendría que desarrollarla tanto como tú las tuyas en este post y en mi caso no sería tan divertido o interesante.
ResponderEliminarNo se que me parece más divertido. Si imaginarte entrando en el grupo con toda la cara del mundo, o imaginar la reaccion de pura indignacion de mamá.
ResponderEliminarMe he leido el post entero, conste.
Fdo: tu hija.
Jaja. Muy buena nota. No soy demasiado fanático de la literatura motivacional o de "auto-ayuda". Sin embargo una obra de arte, en definitiva, es siempre un intercambio de experiencias. El lector puede interpretar cosas muy distintas de acuerdo a sus competencias y marco cultural.
ResponderEliminarPersonalmente, he aprendido mucho más sobre mi mismo leyendo obras que no fueron pensadas para ser "didacticas".
Justamente escribí una nota respecto a los libros de autoayuda. Si te interesa, te invito a leer mi nota y comentarla!!
http://www.viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2013/07/quien-se-ha-llevado-mi-libro-de-auto.html
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Subo notas de literatura, cine, humor y cultura en general. Saludos!!
Luciano