14 de abril de 2012

Libertad, responsabilidad, y la p LOGSE - diferencias culturales con Noruega

Me gusta clasificar (encasillar, diría un crítico) a la gente. Ordenar el mundo en grupos.

- Están los idealistas, los soñadores, los que aspiran a lo bueno y lo bonito, ¡y se creen que pueden conseguirlo! Ahí incluiría a algunos de mis mejores amigos. Sus buenas intenciones son espectáculo hermoso, sus intentos hacen el mundo más acogedor, pero no porque realmente den el fruto deseado, sino otros que llegan de rebote: esperanza, quizá, o simplemente que ves que todavia queda bendita locura suelta.

- Luego hay una manada, una turba, una legión de imbéciles.... Los políticamente-correctos y los rolleras. Los que se adhieren a la última "bondad" de moda, no porque hayan llegado a su defensa por convicción propia, por haberlas descubierto por sí mismos, sino precisamente por lo contrario, por ser como todos, uno más en la masa de borregos,... O peor: los que no creyendo realmente en nada, sólo aspiran a quedar de guays... Aquí metería a los que rápidamente adoptan un discurso indistinguible de la propaganda ad hoc, y a los comisarios políticos que ven poder en juego, la posibilidad de quemar brujas, perseguir comunistas, excomulgar herejes, destrozar escaparates de judíos, ... lo que sea, lo que toque.... Y viva la ley de Lynch!
Muchos ven la belleza de los ideales y de los sueños del primer grupo y la malean y la utilizan a su conveniencia.

- Luego están los que reaccionan frente a lo que opinan que son chaladuras del primer grupo o falsedad del segundo. Los iconoclastas, los rebeldes, los cínicos y los descreidos. A mi me falta la grandeza de espíritu del primer grupo, y como ya ha quedado claro, odio a los del segundo grupo, así que supongo que me toca éste. Y sobre todo desconfio de los sueños ("sueños son").
Los de este tercer grupo se creen que para permanecer en la "safe zone", ir sobre seguro, tienen que negar la validez de muchas de esas aspiraciones a lo sublime, ideas peregrinas, porque levantar los pies del suelo suele llevar a los grandes bofetones (probad si no a andar sobre el hielo en una calle noruega en invierno). Esos apoyarán gobiernos de tecnócratas, porque parecen usuarios del sentido común y no de la trampa de la demagogia.... (o no).

Desde que decidí buscarme las papas como profe, me he encontrado hasta la extenuación con los tres grupos. Es más, me he visto obligado a estudiar la filosofía pedagógica imperante y a vivir con sus efectos de forma directa.

En algún momento, alguien pensó que la educación podría mejorarse dejándo más margen de maniobra a los alumnos (a costa de los profesores), dando más importancia al refuerzo positivo (y eliminando todo lo que sonara a refuerzo negativo: desde el azote en el culo que nos daban nuestras madres, hasta cualquier otra forma de castigo, incluyendo la disciplina, que ya sabemos que que nos obliguen a cualquier cosa es algo poco satisfactorio y nos frustra... y de pronto los profesores tienen que emplear más tiempo en convencer con juegos y diversión y actividades emocionantes y entretenidas a los chicos, como vendedores de coches usados "tenemos unas letras preciosas que le van a venir muy bien, ya verá... le traigo la llave del conocimiento y nos damos una vuelta... y se lo dejo tirado de precio, de esfuerzo, de trabajo... "). También dijeron que la enseñanza tenía que ser significativa y que el profesor no podía limitarse a enseñar contenidos, áridos y descontextualizados, sino que tenía que EDUCAR, con mega-mayúsculas, "fomentar en el alumno, a la vez, el amor a la Patria, la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia; será democrático..., será nacional..., atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos..., contribuirá a la mejor convivencia humana"


sigue en breve

1 comentario:

  1. Me quedo a caballo entre el primer grupo y el tercero. A veces lo positivo del mundo no me convence y caigo en la crítica pero mi tendencia es el primer grupo. Claro que no pienso mejorarlo. El mundo no va a cambiar ni por mí ni por nadie. O por lo menos no tan rápido que yo vaya a darme cuenta. Como licenciado en Pedagogía no creo en ella. En casa de herrero...

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Bienvenida sea la libre expresión de ideas... Ahora bien, no necesariamente lo que digas será compartido por mí, ni lo daré por cierto, válido o bueno.
Sin embargo, qué gusto tener gente que acude a mi convocatoria (soy muy simple)