2 de febrero de 2012

Sudden realizations - Soledad

Ser extranjero da una excusa para estar solo. No estás solo porque haya un defecto o una falta en tu personalidad que hace que nadie desee realmente establecer lazos contigo. Estás solo porque... oye!, ni siquiera hablas bien el idioma. Estás solo porque eres singular, un individuo aislado. Y se te supone una vida, si no aquí, al menos en tu tierra de origen....
Ah, si estos noruegos supieran!: que en España no me sobran tampoco los amigos y los que tengo son más compañeros casuales, conocidos arbitrarios, vecinos de existencia fruto del azar (el del piso de arriba, el de la taquilla de al lado del gimnasio, el colega del claustro que ayer celebraba el Día de la Paz haciendo cantar a los niños).
Pero no quiero que os imaginéis (si hablo a esos otros, vosotros, que se vuelcan como yo en mil y un blogs por eso de extender ligeros, frágiles, quebradizos tentáculos, finos como hilos, para conectarse, conectarnos al matrix social) que soy (ya, tan pronto) una vieja-destinada-a-ser-comida-por-sus-propias-mascotas.
Soy absolutamente normal (así de poca cosa, tan poca cosa como es eso de ser normal) y con una frecuencia suficiente tengo planes con otros seres humanos. Y lo digo así, no por ser redicho (q lo soy), sino para dejar desnudo de fingimiento y de pretensión todas esas rendibús (rendez-vous) de fin de semana, esas charlas mientras paseas al perro, la ocasional fiesta de cumpleaños/boda/bautizo/banquete... Y hay quien al menos aspira a caer bien, a cumplir los mínimos de cortesía y/o de buena voluntad, y gracias a ellos tenemos "buenos días" y "cómo te va?" y "cómo me alegro de esa buena noticia" y "cómo siento esa mala noticia" y alguna historieta menor, alguna confidencia, algún cotilleo suelto, que son como monedillas de dinero social, ningun jack-pot.
Y siempre hay los que nacen con la cuchara de plata, atractivos para cualquiera por su extremeda belleza, su extremado poder, su extremada inteligencia, su extremado talento... pero esos, como digo, son extremos, que la mayoría de nosotros se encuentra en esa tierra de nadie (de don-nadies) del espectro (espectros tan solo de la platónica perfección del extremo).

En algún momento he pensado si esto del ser social (un tema que le apasiona a mi amigo Luis, aristotélico pensador) no será un producto puramente cultural, una ropa que nos pusieron al nacer, patucos azules, cuando en realidad somos naturalmente independientes, cuero duro en la planta de los pies preparado para andar el camino solo y desnudo.

Nos empeñamos en "hacer amigos", "enrollarnos", "conseguir amores", "tener planes",... porque nos han enseñado desde pequeñitos que es lo deseable, la meta... Queremos salir en la foto, cuando en el fondo reconocedme que las únicas fotos que nos interesan son aquellas donde salimos nosotros mismos, rara vez otros y cuando es ése el caso lo es porque consideramos a esos otros parte de nosotros: familia.
Quizá si hubiéramos sido tramperos del Yukón, joíamente solos, librados a nosotros mismos, seríamos más felices, que no se echa de menos lo que nunca se ha tenido, lo que no se sabe que existe. La necesidad social como necesidad creada.

Porque igual que no existe la Isla de las Mujeres Cachondas, no existe el paraíso de la amistad (mi cita más repetida, más conseguida porque la creo Verdad Universal Revelada: "la amistad no tiene límites, pero los amigos sí" - copyright rafarrojas, meme del memo). Sólo en los libros, y en las películas, y en las series de televisión (Capra es el mayor y el mejor mentiroso). Pero da lo mismo cuántos ejemplares de superhéroes o cuántas teogonías y escrituras de religiones viejas, nuevas o novísimas se publiquen... no por eso existe quien lance rayos por los ojos o por las orejas o por cualquier otra abertura, por más que queramos, que querríamos.

Cuando era jovencillo, mis padres me llevaban en verano a Galicia. El menor de cinco hijos y el más colgado de todos. No acababa de "echarme pandilla" (a los 18 lo conseguí, un verano fantástico aquel). Así que mis opciones eran pasear por donde paseaban todos, sin haber logrado ser parte de aquel todos. Y me hubiera encantado entonces tener un pequeño proyector holográfico adherido al hombro, para mostrar a mi lado a encantadora dama y acallar así los ensordecedores pensamientos de los que me veían tan solo y tan colgao. Y estoy seguro de que si tal maravilla hubiera ocurrido, la gente me habría visto distinto, siendo igual. Y me habrían perdonado la vida, tan pobre como fuera.
El moribundo del accidente de coche que se levanta, apoyándose dificultosamente sobre un codo, y les dice a todos esos que han parado para observar morbosamente el gore gratuito del asfalto "no, si no me muero, que estoy perfectamente, pueden dejar de mirar, seguir viaje, sí, ustedes los que no ayudan pero desean ser testigos de los males ajenos, se sienten fascinados por el desastre y la ruina, como niños carentes de empatía o simpatía, alienígenas todo curiosidad y ni un poquito de alma, pueden irse... (para lo q me sirven)... estoy perfectamente"
Y me pregunto si lo que duele es no tener... o que alguien sepa que no tienes, como dicen que le pasaba a aquel español del Siglo del Oro que ocultaba su extrema pobreza en capa negra, con un pudor de virgen, con una vergüenza de hombre desnudo en sueño donde todos van vestidos.

Paseo por mi cole sintiéndome extranjero, forastero en tierra ajena... Eso me da una ventaja. Porque extraños somos todos, y aislados, y solos,... Pero aquí yo tengo una excusa.

: )

5 comentarios:

  1. Mucho frío, mucho ir y venir y pocos humanos con los que hablar en libretad, no por cortapisas sino por no tener que pensar la traducción, tienen como resultado estas reflexiones tan tristonas, me temo, pero ¿sabes? tienes mucha razón, un abrazo

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  2. Pues mira, hoy te voy a dar toda la razón cone sa frase de los amigos. Pero yo lo tengo asumido con deportividad. No los pongo a prueba nunca. Me bastan como son porque necesito público de vez en cuando pero no todo el tiempo. Y porque me lo paso bien ocasionalmente con ellos. Me hacen uns ervicio y yo espero que a ellos también. No necesito idealizar la lealtad ni esperar mucho de nadie. Así no me decepciono nunca, sólo recibo buenas sorpresas precisamente porque no espero nada bueno. Interesante el post de hoy.

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  3. Pues así de poca cosa, como dices tú, somos todos....
    BESOS

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  4. Pues como dice el de arriba, a los amigos hay que quererlos como son, no les debes pedir lo que no te pueden o no saben dar....con buena compañía, risas, diversión y buenas conversaciones y por supuesto su apoyo cuando te hacen falta ¿que más quieres?...pues eso y que además estén disponibles para el pádel y el mus.....y espero que no te encuentren comido por los gatos, menudo yuyu me ha dado eso...bss y anímate que el invierno sólo va a durar ¡cuatro meses más!

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  5. Leyendo El Pais hoy, ha sido imposible no pensar en tí y cruzar los dedos porque tu realidad se parezca bien poco a la que ahí se cuenta.

    un abrazo

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