A lo lejos te veo
como una esperanza,
y aunque apenas te distingo,
presiento, imagino
tu costa acercándose, una playa....
Me dirigiré a tí con las últimas fuerzas,
aquéllas
que permanecieron reservadas y ocultas
como ilusión de niño y sonrisa confiada.
En la distancia no sé
si estás lejos o cerca,
si llegaré, será suficiente,
pero mientras tanto avanzo.
¿Serás isla pequeña o continente?
En una isla de palmeras podría construir mi casa de cañas
y en lentos atardeceres mirar de frente al océano que abandonara,
el frío del agua que entumece del que me salvas.
Y si continente,
ya me veo, abriéndome paso por tus junglas verdes,
subiendo montañas con el aire llenándome los pulmones.
Y en lo alto, más allá,
la tierra nueva esperando
a ser descubierta,
mil paisajes, la vida entera.
Y reinos y civilizaciones,
y tesoros y promesas y más horizontes
para el sueño.
Amor, lo eres,
cuando aún no eres otra cosa
que algo que asoma
a lo lejos.
O esperanza.
¿Quién sabe donde?
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¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que
--estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde
c*j...
Hace 15 horas
Lo que nace, lo que se intuye., lo que se siente y presiente.
ResponderEliminarBello poema.
Un beso.
Me gusta y hasta retengo ya la imagen de la esperanza que se ve a lo lejos y no sabes, claro, la distancia a la que está. Si lejos o cerca. Este esperanzado rafarrojas no se parece al del año 2011. El hombre es él y sus circunstancias, dicen por ahí.
ResponderEliminarMuchos estamos mirando al horizonte, tratando de distinguir lo que se acerca, ver si es algo que nos va a permitir vivir.
ResponderEliminarLa única manera de saberlo es seguir adelante.