Imagínate que la gente no empezara a trabajar con contrato, que su relación con la empresa empezara un día entrando sin más en la oficina y durante un rato apretara unos cuantos botones de las máquinas, o se dedicara a ordenar algunos papeles, o atendiera por teléfono (como Dios le diera a entender) a algunos clientes o proveedores de la firma.
Lo haría sin poner todo el corazón en ello, porque no sabría si se iba a fijar en él el empresario, o si lo hacía, si sería para decirle que no volviera o, por el contrario, para encargarle alguna pequeña tarea más (y quizás aprovecharse de él un rato más).
Y tal vez, después de meses o años de pasarse regularmente por las instalaciones, de asumir funciones y responsabilidades, podría empezar a considerarse empleado de ese negocio....
Suena a sistema poco eficiente, inseguro, bastante idiota.
La tasa de absentismo y abandono sería brutal, porque ... oye, que no cobro un duro! ni siquiera sé si estoy aquí realmente, con todas las de la ley, o es circunstancial visita, azar...
Así de estúpidamente está planteada la amistad entre la gente, siendo algo tan importante.
Quién trabaja para la amistad, quién pone toda su alma en el trabajo, cuando no sabe si tiene un puesto, si va a recibir contrapartida, si hay una verdadera relación al final?
Conocemos a los demás y nos guardamos, precavemos, nos esforzamos tan poco, porque nadie quiere jugarse el tipo, sacrificarse, en un trabajo del que no se ve el contrato.
Y ahora imagínate que en la amistad se firmara un contrato, como hacen los niños muy pequeños: "quieres ser mi amigo?". Y con el contrato en la mano, dieras todo lo que tienes, te rompieras los cuernos en una empresa común. Es lo que aparece en las películas y en las novelas, buddy genre, y lo que todos deseamos. Un contrato. Pero somos muy listos nosotros y no nos comprometemos con nadie.
¿Quién sabe donde?
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¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que
--estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde
c*j...
Hace 1 día
Yo siempre he dicho que los españoles tenemos fama de ser muy abiertos y amigables, pero no lo somos tanto. Cuesta horrores hacer amigos, de esos de verdad. De esos que si te preguntan "tienes algún amigo con el que te irías al fin del mundo?" te lo tienes que pensar un poco.
ResponderEliminarEn eso envidio mucho a la gente latinoamericana, sé de primera mano que las amistades (en general) son más leales, la gente se ayuda mucho más.