Voy a mirarme el ombligo. Alguien diría q es mala cosa ser egocéntrico, pero es q el ombligo es cueva donde vivir, y el cavernícola lo tiene crudo en el exterior. Afuera hay mucho mundo y corre el peligro de perderse. Y que triste estaría entonces, muerto de soledad y hambre, en mitad de ninguna parte.
Este blog, q a pesar lo q digan los cuadritos de al lado no sigue ni el Tato (y aquí, el Tato puede interrumpir haciendo "protestas de amistad" q decían los antiguos escritores, pero entonces le diré q al número de comentarios me remito) este blog es the ultimate cave, el último reducto, y las pinturas rupestres son los sueños del que no caza pero le encantaría comerse medio buey y, ya que no puede, al menos lo pinta. Y dejará la mano pintada en la pared, para que al menos durante un tiempo, su mano esté en contacto con otra mano (incluso si es la suya propia).
Y para oir mi voz, que oigo las de muchos y me dan tentaciones de decir "para qué? es que lo que voy a decir es mejor o distinto de lo que mil quinientos millones de blogueros han dicho ya?"
Hay una fábula de la liebre y la tortuga que jamás se cuenta. La que sí conocemos la hizo circular el aparato de propaganda de la asociación internacional de tortugas. Las tortugas, gregarias todas, suelen vivir en urbanizaciones de casas todas iguales (mismos caparazones en cuadros escoceses) y manejan muy bien a los medios de comunicación. Así que consiguieron imponer su versión de los hechos. Pero lo cierto es que la liebre no es menos constante que la tortuga. Tenía una carrera por delante y la ganó. La tortuga, por el contrario, es perezosa (quién no lo sería, dice ella con una parte de razón, si tuviera sobre sus espaldas el peso del mundo propio?). En la realidad la tortuga no es sólo lenta, sino también inconstante. Y la liebre rápida y tenaz. Pero la tortuga moldea su historia como su caparazón, añadiendo cuentos hasta que éstos se solidifican y se hacen pura piedra. Y la tortuga q no ganó, inventó q lo hizo, y como no le creería nadie si no achacara a su superior oponente algún defecto insalvable, hizo a la liebre superficial y vana.
En mi momento de arrepentimiento he de reconocer q soy tortuga y ni siquiera soy constante.
... Pero, oye, q al menos tengo casa propia.
¿Quién sabe donde?
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¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que
--estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde
c*j...
Hace 2 horas
¡Ya tienes más que yo! Mi caparazón no es mío!
ResponderEliminarpupa, nena.
ResponderEliminarNo te sigue nadie, yo te sigo, ergo, soy nadie.
Besos liebre, sal de la concha:)
Ningún comentario sobre mi asiduidad; pero aún así, qué grande lo de la tortuga.
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