Asombrosamente, sin embargo, ni el más fantástico de los fabricantes de locuras puede, si aspira a llevarnos lejos consigo, separarse demasiado de la realidad.
Es lo que los señores que dedicaron tiempo a hacer Poéticas (cualquiera que escriba las hace, aunque no las ponga por escrito) llamaron VEROSIMILITUD. Básicamente convertir lo imposible en improbable y ser lo suficientemente coherente al hacerlo para ser creíble.
Tienen los autores de fantasía que hacer como todo el que quiere ser seguido (en su intento de guiarnos a otro mundo, el suyo): no separarse demasiado de un contexto conocido, donde estamos todos, y no despistarse corriendo demasiado hacia ese "cualquier otro lugar".
Por eso gasta un tiempo precioso en explicar y justificar. Que sí, afirma, que es posible, que podría serlo... Vale, la gente vuela o le salen rayos de las manos o tiene poderes mágicos, pero luego son sólo gente como nosotros y volar en el fondo no deja de seguir la misma lógica que moverse por el suelo, andando o corriendo. Y las naves espaciales no dejan de ser coches; y el alienígena, un animalito extraño; y lo virtual, real.... Qué ocurriría lógica, natural y previsiblemente si... ?
Y, de todas formas, Umberto Eco, un tío (autor, sabio) que cada vez me gusta más y me descubre más cosas, recordaba que la conciencia de realidad varía en el tiempo y en el espacio, evoluciona con la cultura, y así un medieval leía textos hagiográficos, integrando la milagrería en la vida con una naturalidad que no compartiría un lector moderno. Las Creencias se superponen continuamente a nuestra visión de lo que Es, como un filtro interpretativo que a veces descubre, a veces oculta, revelando al tiempo que mienten.
- También podría plantearlo desde el otro lado:
Me gusta lo fantástico porque lo real no está ahí para estorbar, impidiendo destacar lo importante. El que fabula, el que metaforiza , el que paraboliza (¡jodó con los palabros, jajaja!) no se distrae de lo fundamental, de la esencia, del espíritu detrás de la letra. Y, ya puestos, que no hay nada más falso y más ficticio que lo supuestamente "realista" (lo creo sinceramente y lo dijo, y tiro de criterio de autoridad, mi admirada Nieves Vázquez, sensei suprema). El extrañamiento del contexto hace que resalte lo que es eterno, lo más verdadero de lo real.
Y AHORA, AQUELLO QUE MOTIVA TODAS ESAS REFLEXIONES:
Últimos días, creo, si es que todavía quedan, para ver Kubo, Las 2 Cuerdas, última producción de la factoría de animación Laika (que hizo los Boxtrolls o Coraline o Paranorman). Últimos días para recomendarla, porque es una preciosidad desde el punto de vista visual. Exuda creatividad y buenas intenciones...
Pero (y aviso que para comentar el gran "pero", puesto a ver alguno, revelo parte del final, así que el que no quiera que no siga leyendo, pero es precisamente el núcleo del comentario)
Pero no estriba aquí el pero, que igualmente se podía recordar que Kwaidan, compendio de folklore narrativo nipón, lo escribió un griego hijo de irlandeses (británicos), Lafcadio Hearn. naturalizado japonés.
El guión de Kubo es obra de occidentales (Chris Butler y Marc Haimes), hecho para occidentales,... y para niños.
Y eso se traduce en una necesidad que un japonés no tendría: el de dotar a la historia de un final feliz.
Quiero decir, lo que para el occidental moderno que prepara un producto para niños se presenta casi una obligación inexcusable: el happy ending; en el caso japonés, no. Casi se podría decir que todo lo contrario: ¡cuántos relatos son puro drama, desgracia!, ¡cuántos acaban como el rosario de la aurora! Hasta shonen como Naruto, Fullmetal Alchemist,... (y podría empezar desde aquel clásico Akira de Katsuhiro Otomo para seguir por Ghost in the Shell hasta llegar a Gurren Lagann, con esa Nia que se desvanece y Simon vagando) se desenvuelven entre el fatalismo y la pérdida, se explican desde esos sentimientos de melancolía e inevitabilidad de la desaparición (...y eso por no mencionar otros que tiran, dicen, directamente a seinen, como Death Note).
Creo que los creadores se daban cuenta de la dificultad, de la paradoja encerrada, en su empresa:
Pienso en aquella Guía Ilustrada de Monstruos y Fantasmas de Japón de Toriyama (un Toriyama tres siglos anterior al autor de Bola de Dragón), en ese itsumade, ave extraña carroñera que se ceba en las plagas, y en su parecido con el monstruo final, dragón como escolopendra, de Kubo.
Éste que menciono, Toriyama Sekien (1712-1788), cuenta la Wikipedia que era artista de la impresión del género ukiyo-e, palabra que deriva de otras dos: tristeza (uki) y vida (yo), como en mi segundo ejemplo de este tipo de ilustración donde se ve (como en la película) barca agitada por mares embravecidos.
UNA VARIANTE POSIBLE:
Sugiero una idea que comentamos mi hijo y yo a la salida del cine, hermenéutica sacada del sobaquillo, o variante imaginada con moraleja.
¿Y si...?: ...Kubo y su abuelo-luna eran una misma persona en realidad (mismo ojo ciego). Abuelo aquejado de altzheimer, demencia senil, olvida. El pueblo, agradecido por todas las historias que ha recibido de él a lo largo del tiempo, le devuelven ahora su propia historia, la del joven Kubo, la de un hombre fundamentalmente bueno, que les ha acompañado siempre. El anciano recupera en la comunidad, por la comunidad, esa humanidad que ha perdido, esa frialdad de noche, distanciamiento. Nos gusto el ¿y si...? y aquí os lo dejo.
Pero o no pero, película que disfrute como un enano.
NOTA: sobre la verosimilitud, algunas citas de aquellos que tuve que leer para Teoría de la Literatura, como:
ARISTÓTELES:más vale elegir cosas naturalmente imposibles, con tal que parezcan verosímiles, que no las posibles, si parecen increíbles.
HORACIO: A la Naturaleza, que el modelo/ Es de la humana vida y moral trato;/ De cuyo original salga una copia/ Con la expresión más verdadera y propia.
LOPE: [Guárdese de] imposibles, porque es máxima que sólo ha de imitar lo verisímil.
ECO: es indudable que, al lector antiguo, la historia de Caperucita Roja le hubiese resultado verosímil porque hubiese concordado con las leyes del mundo "real".