Aunque no me lo habéis pedido y aunque no os interese lo más mínimo, como corresponde a mi avanzada edad (hoy un día más avanzada que ayer), os contaré cómo me ha ido en mi primer año de segunda carrera.
(Porque contar es una necesidad tanto más imperiosa que la de ser oído: aunque parezca parte indisoluble de esta segunda, no lo es. -como el amor-. Y. sí, es triste hablar solo como profeta loco, o simplemente como loco, hablar solo (y sólo hablar, sin ser oido), pero ahí está el ansia, el deseo de largar por esa boquita, de píarlo todo, de revelar el rollo que se acumula como agua termal subterránea (o como pedo que recorre el largo camino del intestino buscando salir y expresarse aunque conseguirlo signifique sólo disiparse al aire y morir luego, lemming tonto,... cómo de luego depende de lo maquillado que vaya el viajero)
Tengo una matrícula, ¡bieeeeen!
Pero una sola.
Y un sobresaliente (que sobresale más porque también va solo).
Y luego un montón de notables sin ninguna gracia ni sex-appeal, y que me dejan en ese punto intermedio del que quisiera ser pero, no.... Y dos suficientes, absolutamente merecidos.
En resumen, que soy un cuarto de filólogo según las estadísticas y sin ser tan maravilloso como me creo (o como debería ser) soy un notable superviviente.... o sea del montón.
Con ese cuarto de autoridad que me da el año (el 100% en 3 años más) me atrevo a afirmar que la carrera tiene fallos. - Esa sería la forma comedida de decirlo, que suena mejor que vaya mierda! y además se sabe empíricamente que el que al cielo tira mierdecita le pasa lo mismo que a aquel que escupe o en general deposita otras excrecencias al albur del viento sin considerar la ley primera de Newton y su posición relativa a dichas heces en movimiento....
Si me tiráis de la lengua, o aunque no lo hagáis, diré que muchísimos fallos, que eso también es parte de esta ancianidad de Murtaugh - Arma Letal de la que hablaba How I met your mother... el placer de los viejos que se explayan en por tó y por ná: "estoy demasiado viejo para esto y ese chico lleva el pelo demasiado largo... ah, los jóvenes de hoy!") .
A lo mejor es sólo esta carrera, o esta universidad, este sitio. O no, y es todo el sistema educativo, o esta generación, o.... No sé.
En todo caso, sugiero otro motivo: la puta subjetividad.
Para aprender algo es necesario querer hacerlo. No simplemente querer aprobar, cubrir el expediente. Ni siquiera cubrirlo excelentemente, esforzándose (el contenido del currículo es taaaan lastimosa y depauperado que si sólo lo cubres no aprendes realmente gran cosa...)
En teoría, puedes olvidar que existe la nota, la competencia, el aula, el profe.... Aprender por aprender, sin más.
Naaaah!
Sería bonito.
Pero no.
Ni siquiera en mi caso.
Yo no estudio para ser algo el día de mañana, porque mi día de mañana fue ayer. (Pobrecitos míos, y lo difícil que será para mis niños-compañeros de clase.). No estudio para cumplir con mi deber o con lo que esperan de mí mis mayores o por ser tarea propia de mi condición y sexo esa de buscar -¿hasta qué punto a ciegas?- un hueco, nicho, sitio en el mundo... Para bien o para mal, yo quedo fuera de todo eso.
Antes me mueve la vanidad. Y también el miedo. Miedo a fosilizarme por fin del todo, medio de quedarme fuera del mundo y la vida. Como el oficinista que mueve papeles fingiendo estar muy atareado, porque, si no, alguien va a darse cuenta de que no sirve para nada y le van a echar.
No señalaré a nadie, que "nadie"/todos se ponen de mala leche al ser señalados, y no es cuestión - o sí?- de ir pisando callos que no sé si luego caen de lo alto, como los escupitajos del cielo, pero tal vez. Y ya puestos, si hay cuestión y motivo para la queja, no hay huevos, jajaj, y no seré yo quien tire la primera piedra sino que antes seré el que la tira y esconde de inmediato la mano y silba haciéndose el desentendido de las consecuencias de decir que vaya basura de formación, de contenido, de estructura, de institución, de profesores, de alumnos, de país, de...)
Al fin y al cabo, el último responsable es el alumno.
Podríamos estudiar más que lo que nos ofrecen. Exigir más a la institución, a nuestra universidad, a nosotros mismos, forzando a los profesores a dárnoslo todo y dárnoslo bien. Currar y pedir más curro a los otros. En vez de eso, hoy por tí, mañana por mí, unos se conforman, otros se resignan, nadie se rompe la cabeza y todos se quejan (pero no demasiado, no vaya a ser que...), y tenemos lo que tenemos, y nos va como nos va.
Pero aquí entra mi chivo expiatorio sugerido: ¡la subjetividad, esa perra!
Somos humanos, después de todo. Y establecemos en todo momento y lugar relaciones humanas, imperfectas, falibles... subjetivas.
La subjetividad que empieza por no querer hablar mal del señor decano que tiene la obligación de establecer horarios y pone increíblemente varias clases en el mismo espacio-tiempo, sin hacer cuentas de que la ubiquidad es atributo divino. Pues desde él al último mono o mona, como aquella secretaria a la que delegaron el trato con los alumnos: ya no queda otro, que tú, secretaria, no te atrincheres detrás de tu falta de responsabilidad para no desarrollar ninguna, tu cometido no es desviar pelotas fuera al vacío interplanetario con ese arma arrojadiza, la web, desván de la inteligencia burocrática ("busca, busca, porque yo no te voy a decir nada").
Pero donde la subjetividad se pone las botas ... y nos patea con ellas en nuestros culos, es en esa relación de alumno y profe.
En teoría, el alumno puede ser concienzudo, motivado, autodidacta. Puede incluso no temer a ese territorio desconocido y atemorizador, el de "no entra en el examen". Puede ir a clase, hacer el trabajo que le exigen (nadie se rompe las uñas escarbando en la biblioteca), cumplir (como marido con esposa, una vez cada prffff de tiempo) y salir con su nota buena o muy buena.
Su titulito afirmará entonces que ha pasado tanto tiempo frotando la cebolleta contra el bulto del saber que eso le ha dejado preñado de conocimiento. Pero será así realmente?
Incluso para aquellos que con habilidad innata o adquirida saben llegar a ser hombres y mujeres grises, a lo suyo, ni molestan ni se dejan molestar, keeping a low profile, saben mantener la boca cerrada, o abrirla cuando deben y para decir lo adecuado, no funciona así. El profe /la profe establece una relación con ellos jodidamente subjetiva.
Y aquí es donde ese intercambio de información se convierte en ciencia inexacta, que es la forma de limpiarse las manos cuando no funciona de forma correcta-precisa, científica, sino que funciona a ratos sí o no, y uno más uno vaya usted a saber si dará dos.
Puta subjetividad, que hace que una asignatura dependa de quién la lleva: el aburrido la hará aburrida, el escaqueador se escaqueará hasta el límite de lo posible, aquel con buenas intenciones pero sin talento parirá materia desangelada y sin gracia...
Y del lado de los alumnos, incluso habrá aquel como yo. Un listillo, sobrado, viejo, dando por subjetivo culo... Quiere ser el califa en lugar del califa, quiere hablar él, quiere preguntar de todo, ... Y tiene problemas con la autoridad.
A unos profes ese alumno que he sido durante todo este año les hará gracia, a otros no tanto, los de más allá se plantearán si darle lo que está pidiendo a gritos (ser tratado como una excepción) y utilizar el manto (provisional, pero no por ello menos real) de autoridad para dar lecciones -no de la asignatura en cuestión, sino de la vida, la darwiniana: "no me toques los cojones, porque soy más fuerte que tú y te puedo putear".
Pero volviendo a los casos generales. Es como un matrimonio acordado, profe-alumno, y si hay suerte habrá buena química, campo común, trabajo en equipo, productividad,motivación. O todo lo contrario.
Y en los divorcios formativos, que aquí se traducen en suspensos o en ignorancia futura del alumno de lo que debería saber y no sabe, ¿de quién es la culpa?...
De la puta subjetividad, humana mancha, pecado original de la adquisición del conocimiento.
Veamos si no cómo afecta la subjetividad a un mismo caso, una misma profe.
Deja de dar clases unos días para asistir a un congreso (la facultad no ofreció a cambio quien la cubriera en el entretanto), y luego la ñora dice "recuperaremos las horas".
Juzgad:
Subjetivamente bien: formación continua para un profesor. Que sea un experto en el campo repercutirá sobre su conocimiento, experiencia que luego podrá transmitir.
Subjetivamente mal: su agenda es más importante que la de sus alumnos, esas horas que se recuperan, si se recuperan, tienen ya a sabor a tiempo prestado, han perdido un tanto su sitio, el ritmo, la sensación indefinible de orden.
No pasa lista, el que quiere asiste a la clase.
Bien: desarrolla el sentido de responsabilidad de los alumnos. Supone una criba de forma que los que asisten lo hacen por grado y no por fuerza, así que no habrá en el aula elementos "disruptores"...
Mal: esconde tal vez el deseo de tener muchos menos alumnos que los que tiene obligación de atender, sobornando a muchos con el caramelo de la indolencia sin consecuencias, eliminando la necesidad de cumplir (¿es esto lo que establece Bolonia?)
Examen final? No, sólo para los que no hagan un trabajo.
Y el trabajo?, cualquier cosa que pueda relacionarse con la asignatura lo suficiente para justificar que estás en la asignatura... (y el ingenio es mucho, capaz de relacionar las dos cosas más diversas y encontrar vínculo suficiente)
Bien: desarrolla el espíritu investigador, la creatividad y la innovación en los alumnos, su carácter autodidacta y responsable, su capacidad de exposición, su desenvoltura como futuros ponentes de conferencias....
Mal: .... y de pronto, esa señora se libra del engorro de tener que leer y corregir cientos de papeles escritos en caligrafías imposibles, porque muy pocos no serán capaces ni siquiera de coger siete fotos de Internet, mirar en tres sitios dos cosillas que huelan a la asignatura, y preparar un powerpointdeljesúnazareno....
Y suma todas esas horas de clase, además, que la profe no tiene que preparar porque es el tiempo de exposición: "20 minutos", dice, "como en los congresos", es tiempo que ella puede sentarse y escuchar, y luego simplemente enmendar o remedar aquí y allí, y con el plus añadido de disfrutar de los maravillosos bienes de la subjetividad: ¡qué lista soy!, ¡cuánto sé yo más que tú!, y finalmente según cómo me caiga lo que dices así juzgaré (y siempre hay medios para hacerlo en un sentido u otro, y hacer aparecer como objetivo lo subjetivo).
Yo que soy notable, pero notablemente soberbio y tonto, no traté a esta ñora como alguien que supiera más (¿por qué iba a suponerle esa cualidad si lo los datos que ofreció o manejaba en clase eran apenas más cuentecillo que libro y muy lejos desde luego de aportar un manual o un tratado).
Lo del trabajo, en principio, se ajustaba a mis deseos y a mis capacidades. Buscar material, leer libros, empollarlos casi, resumir, recopilar,....Y podía investigar lo que quisiera. Le dediqué una cantidad ingente de horas (tantas que me resulta difícil apuntar cuántas). El resultado lo tenéis en este mismo blog: http://rafarrojas-lanadaylafuga.blogspot.com.es/2014/05/superheroes-el-nuevo-panteon-trabajo-de.html
Pues me dió un notable, igual que a muchos otros que hicieron el consabido powerpointdeloshuevos
con diez o doce fotos repartidas en varias diapositivas y sobre algo
que no requería más elaboración que tres o cuatro horas de trabajo. Yo hasta busqué y corté películas para ilustrar mi trabajo, y puedo contar el material gráfico reunido por gigas.
Y aquí entra de nuevo la subjetividad: ¿cuál es el criterio que lleva a esta señora a darle un notable a mi trabajo y no un sobresaliente o una matrícula?
Pero si lo que impedía darle más nota no estaba en la cantidad de trabajo, o en la
cantidad de conocimiento que había adquirido en su elaboración, en qué
estaba? En el acierto en mis conclusiones? La pertinencia? La
relevancia? Mi cara de sobrado al hablar? Mi falta de respeto por la que
no había hecho nada para ganárselo, ni me había aportado realmente
nada?
Subjetividad, maldita perra.
Luego, cuando pasan encuestas, uno piensa que no debería ser demasiado duro con los profes, que es su medio de vida, y se hace cómplice de desidia, de falta.... de subjetividad....
Una posdata: - La contrapartida de esa profezioná a la que espero tener el placer de no volver a tratar en mi vida es haber conocido a otros, en relaciones de nuevo purititamente subjetivas pero esta vez en sentido positivo, ñores y ñoras profes que si no pueden hacer milagros con lo que tienen por lo menos lo intentan. Y sólo por eso, esta carrera de la que llevo un año no es una absoluta y lamentable pérdida de tiempo.
Otra postdata: he dado con una descripción de profesores que vale para todos los tiempos y lugares. Me ha hecho gracia y hasta me he buscado en la clasificación (adivináis? ......
soy Leo, jajajaja).
Os la dejo para vuestro disfrute: http://elmundoestaloco.com/category/la-universidad/
¿Quién sabe donde?
-
¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que
--estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde
c*j...
Hace 2 días
Alguna vez aspiré a ser profesor pero actualmente no podría con la juventud, me falta paciencia y derivados. De tus subjetividades me quedo con la negativa del profesor que se va aformarse y abandona los alumnos. Estos me encantaban porque me dejaban libre para no hacer clase y total, para lo que me servían cuando estaban... Porque solían ser los más inútiles. Muchos congresos y demás pero no sabían luego enseñar. El decano de mi facultad fue siempre el más ausente de todos como profesor y luego el más duro a la hora de calificarte(era cabrón, cabroncete, ausente, incompetente, sobado,etc. todo en uno, un pack completo de docente y mandamás educativo).
ResponderEliminarEn fín, que todas estas batallitas suyas han hecho detonar las mías, discúlpeme. Un post de lo más entretenido.
Espero que te hayas leido la versión nueva, que la primera la hice de noche ayer y me quedó con faltas, inconexiones y demasiado a la vista mis propios y profundos problemas mentales, jajaja.
ResponderEliminarUn S.aludo pa tí, que ya toca
Yo es que siempre he sido un autodidacta, y así me ha ido claro, por lo tanto soy ajeno al engranaje educativo del que habla. Engranaje sometido en ocasiones al oxido y a lo absolutamente standar y cotidiano. Pero así es un poco la vida en general.
ResponderEliminarSaludos.