1. A ratos en las parejas hay silencios. Si te descuidas, en la oscuridad de ese silencio siguen corriendo subterráneos los ríos propios de palabras; pero en vez de seguir curso paralelo o afluirse mutuamente se separan cada vez más. Y luego cuando resurgen, individuos a la luz, están a kilómetros de distancia, solos.
2. "Soy la oveja negra de mi familia". Suena guay: a rebelde y a libre y a haber escapado del encasillamiento y el molde impuesto. Libre, libérrimo, libertario. Pero no, no lo es. Significa que no has sido capaz de integrarte, ni siquiera en tu propia familia. Quiere decir que hasta los que naturalmente deberían considerarte uno de los suyos te ven como ajeno y distinto y reprobable. Estás solo.
3. ¿Qué defecto puede tener esa persona que te irrita tanto, a la que evitas, a quien cuando te ves forzado a compartir un rato de conversación acabas contestando de mala manera? Nada que puedas señalar, identificar: es una persona esencialmente buena, o al menos no más mala que cualquiera otra (todos somos imperfectos, humanos al cabo, defectuosos y falibles). Es más, que esa persona está bien dispuesta hacia tí, intenta establecer una relación... Y, sin embargo, ahí estás tú!, comportándote como un auténtico capullo, ninguneándola. ¿Qué te ha hecho? Nada, no te ha hecho nada. Y sin embargo reaccionas ante ella como si te produjera alergia, como si te sobrara absolutamente.... ¡Qué jodidamente injusto eres! Y los demás del grupo percibirán tu inquina y afearán tu conducta... Como no cuides esas cosas te quedarás, merecidamente, solo.
4. La situación es ésta: te has prestado a colaborar en un estudio sobre personas sin hogar. Divididos en grupos, los voluntarios se internan en la noche buscando gente que se ve forzada a dormir en la calle. Nadie puede haber más empático, sensibilizado, orientado hacia sus semejantes, que esos buenos voluntarios. Hay trabajadores sociales, catequistas, guerreros del bien y la justicia, profetas del amor y la buena voluntad, sanadores vocacionales de almas heridas....
En un determinado momento, me doy cuenta de que no quieren oírme. Son lo suficientemente educados para no hacer nada al respecto... excepto ignorarme educadamente. Empiezo a contar algo, una tontería, una anécdota, un comentario, y nadie escucha. Algo fallará en mí cuando no consigo entrar ni en ese club cuya política es de puertas eternamente abiertas (políticamente correcto club). O tal vez será que ellos, como yo, son humanos y falibles, y llegan donde llegan, y sólo abren las puertas al abandonado de manual, al pobre hombre de libro, a esos otros que les proporcionan sentido y les aportan el beneficio de saberse empáticos y sensibles-sensibilizados y útiles-guays.
Again, solo.
5. Leo por obligación académica las disquisiciones ontológicas de Ricoeur. ¿Cómo era eso que decían...?: "leer es un diálogo que transcurre en silencio" (Bueno, si no era eso, esto tampoco está mal como definición). Las palabras del otro llegan directamente a tu cerebro. Ves al otro por dentro. Y éste que supongo venerable y docto y sabio (probablemente tendrá barbita y gafas redondas) dedicó mucho tiempo, mucha reflexión, a pensar sobre el mundo, sobre la realidad, sobre lo que Es. Lo tengo ahí, expuesto, a la luz, grandes, útiles, verdades que podría recoger a manos llenas. O suposiciones razonadas que podrían conducirme a verdades.
Debería interesarme.
Quiero interesarme.
Y sin embargo, en plena abstracción... me abstraigo.
Llevo leyendo la misma frase cinco minutos, con la misma falta de atención que me demostraron los voluntarios, ninguneando al pobre filósofo, al venerable académico.
Jardiel Poncela contaba en La Tournee de Dios que Jesús bajaba a la tierra y ni Dios (bueno, Dios suponemos que sí) le hacía caso. Voz que clama en el desierto (o en el solar que hay pegado al chino de todo a cien).
No importa al final cómo de importante o útil o necesario sea el contenido de lo que se dice. Al final Barbara Cartland o la otra de las sombras de Grey tendrán más público con sus amantes prefabricados marca Acme, con su sensibilidad insulsa de marca blanca o su supuesto erotismo de pantufla y bata-guata, que las revelaciones, las epifanías, de una inteligencia real en ejercicio.
O a lo mejor es que somos (puto) falibles, (mierda) humanos, (tontos del culo) imperfectos, y no somos capaces de seguir el arduo camino que lleva a alguna parte.
Y nos quedamos allí, en medio del horrible vacío,
.... y aquí un sonrisa para despistar, : )
¿Quién sabe donde?
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¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que
--estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde
c*j...
Hace 1 día
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Sin embargo, qué gusto tener gente que acude a mi convocatoria (soy muy simple)