Así define la melancolía la RAE.
¡Qué feo!
No le hace justicia a la palabra: no parece corresponderse con ese sentimiento romántico que mezcla tristeza con belleza, ese ansia sin nombre, ese dolor asordinado, ácidas agujetas del alma, esa añoranza... Ese moco.
Porque la melancolía es como el moco al que el conductor de al lado da forma con sus dedos gordos, como cuenta del rosario de su vulguridad (que cuente como cita by rafarrojas).
No, ya sé que tú no haces esas cosas. Es el del otro coche, no tú. Ya sé...
Pero míralo: ensimismado pero concentrado a la vez gracias a esa bolita irregular, mantra de su vida ordinaria que nunca será otra cosa que ordinaria, producto de la expresión de sus excrecencias en despaciosa fábrica, mixtura del polvo de sus manos, de la tinta del boli con que escribe sus notas que no interesan a nadie, de los ácaros de su piel lejos de ser tersa. Basura, sí, pero basura propia: su basura!, hija de lo que ha tenido que tragar en su día monótono y sin sentido, de lo que seguirá tragando hasta el fin de sus días. Y siente a nivel inconsciente un blando afecto por ese fruto de sus entrañas, que aunque pierde su humedad, la consistencia elástica de la posibilidad, por momentos, al mismo tiempo se refina en esa lenta rotación del pulgar y el índice la esencia de su triste historia en una pelota progresivamente dura y negra, la forma definitiva, la perfecta esfera.... Una trufa, el tesoro del cerdo, la exquisitez del gourmet coprofílico.
[ya lo decía la canción: “...lo redondeo, lo miro con deseo”]
No es casualidad que en los libros clásicos se hablara de que tal o cual personaje estaba “aquejado de unos humores” porque antiguamente con humores se referían a cada uno de los líquidos de un organismo vivo. Humor melancólico, destilado de otoño, y ocaso, y jardín abandonado, de todo lo que es pérdida, despedida, soledad, olvido... el tendero que finalmente se da por vencido y cierra su chiringuito cuando el sol se pone ante la futilidad de seguir esperando a que llegue alguien a hacerle gasto,...
Así me siento.
Lo sé, me enrollo mucho. Es otra característica de la melancolía. Las moscas no salen por el lado de la ventana abierta no porque sean tontas (bueno, también) sino porque prefieren alentar el deseo de libertad que afrontarlo, la frialdad del cristal que el calor del verdadero sol...
La melancolía tiene ese peligro. El carrilillo de la ventana está lleno de cadáveres de moscas vencidas por la melancolía, muertas deprimidas.
Hace poco volví a ver “Un par de sinvergüenzas”, esa peli en la que Michael Caine decía “de joven era pintor, escultor y musico. Habia un solo inconveniente: No era demasiado bueno. De hecho, era de terror. Llegue a la frustrante conclusion de que tenia gusto y estilo, pero no talento”.
La melancolía es el premio de consolación del que aprecia el arte de la vida pero no tiene ningún talento para crearlo por sí mismo, el pálido reflejo de la emoción o su recuerdo. Tiene su punto bonito.
Haré ahora como aquel que no sabe contar chistes y acude al primo que tiene tanta gracia (eso dice) y dejaré que sean otros, música en películas, las que os describan esa belleza pegajosa y traicionera, miel-ancolía.
Una versión de la canción de Burt Bacharach para la peli "Alfie", cantada por una ex-Bangle, Susanna Hoffs, en la de Austin Powers (nunca sabes donde vas a encontrar estas cosas).
Encantada, peliculón (así de cursi soy), totalmente romántico y con final feliz, los que se quieren pero no pueden estar juntos.
Rita Coolidge le puso banda sonora a Splash, un curioso éxito de taquilla del 84, en la que los amantes lo son como de siempre, eso que siempre has sabido que te falta y recuerdas como en un sueño.
Franco Nero le cantaba a Vannesa Redgrave en Camelot que nunca la podría dejar, que esos breves momentos de felicidad robada eran su vida. Peli de Joshua Logan con música de Frederick Loewe, basada en un libro que me encantó y que también sirvió de base para la peli de Disney Merlín el Encantador (así de bueno era el libro) de Terence Hambury White.
Pura melancolía, la del padre que piensa en las hijas que se van yendo, y sobre todo en la última, su pajarillo.... John Williams puso la orquestación en el 71 para este Violinista en el Tejado que hizo que deseara ser judío, y ya puestos a pedir, ser Zero Mostel y su personaje: bueno, amable, entrañable.
Cada vez que oigo la voz de este niño-ratoncillo de Spielberg echando de menos a su hermanita se me saltan las lágrimas. La canción que a mí me parece preciosa y triste es de James Horner, del que hablaba hace unos días en parecidos razonables.
La melancolía es calor y frío a la vez: Vicente Minelli, en el 44, Cita en San Luis. Su mujer, Judy Garland, canta ese villancico absolutamente melancólico, como quien cuenta una esperanza que no acaba de creerse.
Y para terminar este cheesy-tacky-lame repertorio, lo de Zefirelli, en el 81, que canta Diana Ross.
¿Os hacéis una idea?
¿Quién sabe donde?
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¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que
--estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde
c*j...
Hace 1 día
Me ha maravillado tu blog
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita y el piropo (si lo es, que a veces también se puede maravillar uno de la estupidez ajena o de su vaciedad). Si es piropo, no te cortes y hazte seguidora, que colecciono (aunque con apenas el centenar de seguidores y nunca más de 6 comentarios... creo q es mi record... no es que se pueda decir que tengo una gran colección).
ResponderEliminarbesote desde España
La mente te manda el alma te escucha no es lo mismo
ResponderEliminarAquí el del otro coche de momento y para empezar ya anota una cita by Rafa, lo que no podía imaginarme era el fallecimiento colectivo de insectos por melancolía.
ResponderEliminar:)))
p.d. No hace mucho vi en una sesión dominguera de tarde de nuevo Splah, y de nuevo me gustó. Cursi que soy.
y Daryl Hanna da el tipo de sirena total... pero aunque me hubiera encantado vivir algo así como Tom Hanks, con quien me siento identificado es con John Candy, ese gordo que consigue pasar el control utilizando el sueco que aprendió en una peli porno, : )
EliminarMomento cursi de la melancolía. Observar la lluvia tras los cristales y ver como corretean las gotitas por el vidrio.
ResponderEliminarpuedes incluir la canción de "itsy, bitsy spider" cantada por la ex-mujer de James Taylor, Carly Simon, en Se acabó el Pastel: down come the rain and wash the spider out....
Eliminary ya puestos (que quiero nota) la encontraréis en http://www.youtube.com/watch?v=-J_9kYdRFCM
EliminarBueno! paso de puntillas por la entrada porque la melancolía se me pega fácil y luego no se me va. Ese ratoncillo me ha matado, pobrecito, qué pena más grande!
ResponderEliminaracaba bien, Rune, y el ratoncillo se reúne con su hermana... De hecho tiene una segunda peli, que yo prefiero y que paso sin pena ni gloria, Fievel va al oeste...
EliminarQuizás la melancolía sea cursi, siendo cursi aquello que despreciamos como propio de mujercitas cuasiniñas que no tienen capacidad de aguante, que se emocionan con las penas de otros, que se ilusionan con brillos y corazones, quizás sea cursi la melancolía, de algún modo es dejarse atrapar por una tristeza plena de belleza.
ResponderEliminarEn fin Rafa, que tú te enrollas y se pega, esto de desvariar es lo que tiene, como la melancolía, es contagioso.
Me ha encantado la selección de cortos.
Besos "cursis"
si desvarías me acompañas en este paseo hacia ninguna parte, y eso me encanta. Besos en cualquier caso.
EliminarA mí la melancolía me parece siniestra porque la aguanto fatal cuando me llega. Debería tener aguante. Sólo me salvo por el arte ajeno que me alegra los días y alguna noche. Por cierto, vaya colección de recomendaciones.
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