26 de octubre de 2009

Media hora de cambio en el reloj y no la toquen más

- Señó pofesó, señó pofesó...! Seguro que ya lo ha explicado antes, pero ¿le importaría repetirme por qué se hace esto del cambio de hora? Quiero decir, ¿por qué no se deja la hora en media más de la que hay ahora mismo, media menos de la que hay en verano? .... Y se deja tranquila ya (¡oño!).


1. Trabajaba en la radio. Onda Cero Huelva. Abría el informativo local a las 7 de la mañana. Cambiaron la hora. Y yo me dí cuenta cuando me corté con el filo de la nueva hora (o con el borde herrumbroso de la vieja). Salí atropellado a cumplir con mis obligaciones sabiendo que no lo iba a lograr. Iba por la calle andando como espástico, o robot estropeado, sudando, con mi corazón dando las siete como si fuera de bronce y campanudo. En la radio, una chica fea con una voz bonita, siete granos y un trabajo dual de técnica y presentadora de radio fórmula dejaba la conexión al nacional. El informativo local desaparecía esa mañana y aparecía una sonrisa en la cara de la chica, que era fea por fuera pero también por dentro (seguro que disfrutó sabiendo que yo la había cagado).

2. Cambiar el reloj de mi coche no es cualquier cosa. Requiere abrir y mantener abierto el manual por la página adecuada, y es un manual con las páginas muy largas que tienden a desmoronarse por los lados, como si fuera piel de plátano caliente, así que tienes que usar las dos manos o una mirada curva que lea el horizonte de la hoja flácida. Pero también requiere pulsar durante un tiempo dos botones distintos a la vez, luego tendrás que usar las rodillas para mantener enderezado el manal con las instrucciones. Pero al pulsar recuerda que es por un tiempo determinado, ni más ni menos, porque si no, estás indicando al escaso cerebro de la máquina que quieres hacer otra cosa (tal vez un enema opaco al motor, que si le hicieran un enema a los motores jamás serían transparentes o translúcidos, estoy seguro). Así que todos los años la misma historia. Es como cuando quieres aguantar sin cortarte el pelo. Esperas lo suficiente para tenerlo de un largo ridículo y hortera, que te hace la cabeza de señora, y finalmente claudicas. Igual pasa con el reloj. Piensas "no lo cambio, simplemente tengo que hacer la operación de hora menos cada vez que lo mire y ya está". Resistes con esa solución hasta febrero. Y en febrero lo cambias. Da gusto eso sí. Y puede que incluso te preguntes lo que se pregunta el matrimonio cuando hace el amor "no era tan difícil, ¿por qué no lo hacemos más con el gusto que da?"

1 comentario:

  1. también tiene gracia, pero eres un poco paquete, no?
    tiene mucha gracia

    ResponderEliminar

Bienvenida sea la libre expresión de ideas... Ahora bien, no necesariamente lo que digas será compartido por mí, ni lo daré por cierto, válido o bueno.
Sin embargo, qué gusto tener gente que acude a mi convocatoria (soy muy simple)