3 de enero de 2014

Sexo, amor y matrimonio - segunda parte de mi parte sobre las partes implicadas y vamos por partes (editado)

Pudor del verbo y prejucio (con cita incorporada by rafarrojas)
Le confesé a mi maravillosa profesora de Literatura (la mejor profe en la mejor clase) que cuando hablo en clase (y hablo mucho... me acabarán odiando...) muchas veces elijo expresarme de la forma más rústica y soez que puedo (y puedo ser más bruto que un ara'o), por ejemplo refiriéndome a la interpretación de una estrofa de un poema que "el tío afirma que está quedado con la rubia del poema pero que ya le vale aprovecharse ahora que está todavía buena, porque enseguida se pasa el pesca'o", cuando igualmente podría decir que "Tal (y aquí el nombre del poeta) dedica la primera estrofa a ensalzar la belleza de su amada, la de los cabellos como mares de oro, pero en seguida entra en lo que tal vez constituya la tesis de su poema que es el común carpe diem, aprovecha el día, relacionándola con esa idea de fugacidad de la vida, la belleza y el poder: sic transit gloria mundi".
¿Y por qué no lo hago? A mi profe le dije que era porque no quería que me odiaran mis compis de clase más de lo estrictamente indispensable, que ya bastante con que les saco... más de 20 años, :   ), y supongo que a ellos como a mí les tocan los huevos los que hablan no tanto como si quisieran transmitir una idea u opinión sino dejar claro lo mucho que saben, como si su máxima aspiración en la vida fuera ser críticos (que aman su crítica, sus propias palabras, más que el objeto sobre la que se basan). Desconfío de los que hablan así, que o son cursis o marisabidillos, o snobs, o pretenciosos. Y, vale, sí, que yo soy todas esas cosas, pero no me gustan, así que habré de cubrirlas aunque sea como el exhibicionista de la gabardina la minga patética, jajaja, a tiro de golpe de muñeca que muestra.
El estilo self-deprecating (y me refiero a eso de utilizar vocablos que de tan básicos son casi risibles) hace que la gente no se quede con lo que hay debajo de ellos: ideas propias de listillo cultureta, o eso espero. Y tanto practico el hacer de castellano viejo, panpan vinovino, español de pelo en pecho y mear en pared, personaje de pueblo de José Mota, que es segunda naturaleza y a lo mejor la más cierta.... Lo cachondo es que el exabrupto soez es al final un eufemismo: no querer herir la sensibilidad ajena con el espectáculo de un cierto refinamiento, así que exclamas"coño, joder!" porque tal vez molestes paradójicamente más a la gente si eliges "¡qué contrariedad!", porque les haces pensar en  formas y no en fondo, y tal vez en formas que no comparten.

El mismo pudor es el que nos impide hablar libremente de sexo y lo enmascaramos hablando "libremente" del sexo (y del amor y del matrimonio), que siempre resultará más defendible ver porno americano que es pura tabla de gimnasia rítmica que seguir hentai que se acerca más al oscuro núcleo del morbo (del latín morbus, enfermedad), del enfermizo placer por lo depravado y lo perverso (eso significa hentai en japonés: perversión). Hablamos en estos tiempos modernos (o posmodernísimos) pues, sin ambages, de relaciones en las que sólo hay carne, cuando lo cierto es que el sexo que nos pierde es aquel en el que nos perdemos, en el que hay un componente mental y espiritual de perdición, un cierto aroma a podredumbre del espíritu, de mischievous, de juego peligroso... ¿Me equivoco?

El otro día hice de chófer para mi sobrina y una amiga suya, adolescentes ambas y a cual más pijita, que es lo mismo que decir que aspiran a ser de lo más lo mejor y actúan como si creyeran haberlo conseguido ya (cuando probablemente viven asediadas por inseguridades y complejos secretos, como bote que hace aguas, pero se aferran a esas rutinas de niñas-bien, mezcla de buena educación, deseo de aparentar y prejuicios heredados o adivinados en sus progenitores, como a una tabla de salvación). La amiga de mi sobrina entró en el coche con un cantarín "holaaaa, buenasss tardessss" que habría hecho palidecer de envidia a David El Gnomo diciendo "slitzweitz!". Cinco segundos más tarde y cumplido el expediente de saludar al viejo tío de su amiga, ambas dos se pusieron a charlar, y a textear y wassapear como posesas en el asiento de atrás mientras yo conducía en silencio sin molestar....
Yo crecí rodeado de chicas como aquellas dos: desde los 17 (antes no, q iba a cole sólo de tíos) hasta la facultad, donde a las ocho de la mañana las jovencillas aparecían vestidas a las clases como si fueran a una puesta de largo, maquilladas, arregladas, "maqueaditas" como dicen en Jeré de la Frá. Y debo decir que desafortunadamente crecí con chicas como aquellas, porque entre ellas se consideraba de mal gusto cuando no manifiestamente propio de asquerosos hablar de sexo, de porno, de follar, de promiscuidad, de sexo sin amor... y no ayudaba tampoco que yo limitara mi osadía al verbo, perro ladrador pero poco mordedor, que entonces completaba hasta el final la ficha del impresentable, del desesperado, del salido pringao (que es de todos los salidos el menos considerado)...
Y siempre me quedó la duda, el prurito curioso, la comezón salitre, de imaginar lo que hubiera sido de mi vida si hubiera vivido mi adolescencia en estos tiempos en que dicen que las chicas se comen a los chicos, o en otros ambientes donde no hay que demostrar ni discreción, ni comedimiento, ni valores espirituales, y puedes ser un cachondo sin más (que cachondo es a salido pringao como especial es a raro-frikazo). Un lugar o un tiempo distintos donde se pudiera hablar de follar y no de hacer el amor, donde se estimara como divertido entretenimiento los escarceos y rollos sin dotarlos de un componente despreciable donde las chicas se arriesgaban a perder su dignidad o su buena reputación, sin que hubiera algun gilipollas que nos arruinara a todos facilidad en el acceso a lo que queríamos por hablar de una chica que nos lo diera como si fuera "una puta", "una guarra" (que es, creo, postura tan castrante como lo es el negar la salidez inherente al humano animalito).


... y de nuevo, continuará...